Kubo y las dos cuerdas mágicas (Travis Knight) es una película con sabor a cuento tradicional japonés. Ocurre en el Japón antiguo, de los samurais. Kubo es un niño que vive con su mamá en un pueblito muy tranquilo. Cada día Kubo baja a pueblo a narrar las aventuras de un samurai, que se supone que son las aventuras de su papá, muerto hace tiempo. Mientras él toca su instrumento de cuerdas, figuras de origami cobran vida y actúan la narración. Y cada día el cuento se queda a medias porque llega el atardecer y Kubo no puede andar fuera de casa por las noches. Su mamá, que es un poco rara y pasa el día medio ida, cobra energías por las noches, es alegre y le cuenta cuentos. También le recuerda que llegue a casa antes de que salga la luna porque sino estará en peligro. Como es de esperar un día no llega a tiempo y dos espíritus malignos lo encuentran y tratan de llevárselo, pero su mamá llega a tiempo para protegerlo. Kubo tiene que huir, su mamá le dice que tiene que encontrar una armadura para poder defenderse contra el mal. Con la ayuda de un par de personajes, Kubo emprende la búsqueda de la armadura de samurai. Y en el camino va conociendo los secretos de su familia y el destino que se supone le corresponde.
Con un montón de aventuras, una animación atractiva, un estilo visual interesante, parecía que esta era una película de diez, pero algo le falta a la historia. Un buen cierre, me parece. Las razones de la maldad y el tono love is in the air, me chafaron un poco la película.
Pero la animación si me gustó. Y por eso, creo que vale la pena echarle un ojo.
Chequen este video detrás de las cámaras para que vean las maquetas y las figuritas. ¡Es fascinante!:
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