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martes, 8 de diciembre de 2015

Kicking it


Para contrastar con las noticias de corrupción en la administración de la FIFA, este documental sobre la Homeless World Cup, un mundial de fútbol que tiene el objetivo de ayudar, motivar, darles un empujoncito a personas sin hogar, para que puedan rehacer su vida. Me voy a quedar con todas las buenas intenciones del mundial y de este documental y no me meteré en rollos sobre que no solucionan la pobreza mundial. 

Participan como 50 países que, a través de distintas organizaciones han seleccionado un equipo representativo de ocho jugadores. La cámara sigue a seis de esos equipos  en especial a siete jugadores: dos de Irlanda, uno de España, uno de EUA, uno de Afganistán, uno de Rusia y uno de Kenia. Conocemos un poco sobre las circunstancias (muy diversas) que los llevaron a no tener hogar y sobre cómo jugar fútbol los ha motivado para seguir adelante, o aunque sea para continuar con el día a día. 
Cada historia vale, es difícil juzgar o descartarlos. Hay situaciones sorprendentes como la del ruso que al mudarse a San Petersburgo y no contar con el registro adecuado no puede encontrar trabajo o rentar una casa y se queda ahí, al igual que miles (millones) más, atrapado en una situación que es tabú y de la cual no se habla y por lo tanto no se actúa en consecuencia. 
O la historia del chico afgano que perdió a su familia por la violencia de los talibanes, va a refugiarse a Pakistán donde la situación está peor y regresa a su lugar de origen en donde no tiene ni para donde jalar y vive con el temor de que los talibanes lo maten por jugar fútbol. El choque cultural que vive en Sudáfrica es simpático y conmovedor. 
Vemos un poco también el lado de los entrenadores y lo involucrados que están con su equipo, cómo los motivan para que salgan adelante y se preocupan por ellos. El entrenador español es uno de ellos, sabe que su equipo es malo, pero quiere que se diviertan con la experiencia y que de perdis ganen un partido para que sientan lo que es ganar. El entrenador gringo tiene que lidiar con un equipo y en especial con Craig, chico que tiene muy mala disciplina, problemas de autoridad y mucho enojo, pero lo entiende y es paciente. Al final obtiene una buena recompensa, porque aunque también es un equipo muy malo, mejoran su actitud, Craig en particular, y ganan cuatro partidos.

No se cómo se llame esta variante de fútbol, minifútbol, fútbol 4, ni idea, pero juegan tres en la cancha (canchita) y un portero. No se cómo se llame la cancha en español, en inglés le llaman pitch  es como la de fútbol rápido y el partido dura poquito, y cuando cometen una falta los sacan un rato como en el hockey. Juegan un montón de partidos y van rankeándose para al final aspirar a una de las tres copas. Para los mejores la Homeless World Cup, para los siguientes la Premier y para los siguientes la Edimburgo. Este pasado septiembre fue la última copa, en Amsterdam y ahí ya había otras copas más patrocinadas por diversas fundaciones. Por cierto y sin que venga a cuento con la película ¡ganó México en varonil y femenil!

Cuento esto porque para los rusos sí que era importante ganar. En Rusia no hay homeless, según esto y ellos querían ganas para hacer ruido y que hubiera cambios en las regulaciones. Como esa en la que nuestro protagonista, Slava, no tiene un registro. Y bueno, spoiler, ¡ganan! Invictos. Y para mejor final feliz, meses después de ganar tiene casa y trabajo.

Una historia divertida es la del keniano que quiere jugar fútbol profesional y está convencido de que si en el mundial hay "scouts", lo van a llamar para contratarlo profesionalmente. Es el capitán de su equipo, no cabe duda de que es muy entusiasta y está muy motivado, pero no mete los penales y es muy gracioso cómo el entrenador se cabrea y lo regaña y le prohibe cobrarlos y él insiste y sigue fallando. Al final los kenianos ganan la copa Premier, ningún "scout" lo llama, pero él regresa a casa y aunque continúa lavando baños públicos, se convierte en entrenador.
Los irlandeses ganan la tercera división, la Copa Edimburgo, y uno de ellos Damien, regresa a vivir con su mamá y a terminar su rehabilitación por las drogas.

Sé que está difícil que puedan ver esta película, a mí me costó trabajo encontrarla, pero si se cruzan con ella, no duden en verla. Además de las historias emotivas, y la finalidad de la copa, nos recuerda algo que la mayoría podemos compartir y es el placer de jugar con la pelota. 
¡Viva el fut!

jueves, 29 de octubre de 2015

7 Cajas

Si uno no tiene idea más que de que es un thriller, al principio parece una película mexicana. Ocurre en un mercado, que bien podría ser de los nuestros, hasta que el personaje principal, Víctor, empieza a hablar y aparecen subtítulos en la pantalla. ¿Qué es lo que dice? ¿En qué habla? Pues habla guaraní (que en mis oídos no educados sonaba a una revoltura entre brasileiro, español y chino). Fue una curiosa experiencia, muy familiar y a la vez muy ajena.

7 Cajas (Juan Carlos Maneglia, Tana Schémbori, 2012) es un thriller muy activo, filmado con pocos recursos, pero lleno de ganas e ingenio para contar una historia muy sencilla, de manera entretenida, con humor negro, mucha violencia y con un cierto toque de ingenuidad. 
Los actores, no me consta, dan la impresión de ser novatos o aficionados, y no están mal, van con el ambiente. Los policías tal vez sean los policías más ineptos en la historia del cine y el trasvesti en su breve aparición, está muy bien. El único fatal y que parece más actor que los demás es un tipo con dientes falsos, calva falsa y lentes de botella super exagerados que no tienen ninguna justificación y no me enteré de su nombre.

La historia gira alrededor de Víctor, un chico que se dedica a transportar en una carretilla lo que los clientes del mercado le soliciten. Gus, el carnicero, le encarga que se lleve 7 cajas de la carnicería, que las pasée por el mercado sin que la policía se las revise y que luego regrese y las entregue. Como es de esperar las cosas se complican bastante. Nelson, un transportista como él, es el que debería de haber sacado las cajas, así que empieza a seguirlo para quitarle el negocio. Nelson es aterrador y muy violento, aunque en su defensa, está desesperado por conseguir dinero para comprale medicina a su hijo enfermo. No sabe lo que hay en las cajas, de hecho sólo Don Darío, el dueño de la carnicería y un socio suyo saben lo que hay dentro, pero conforme pasan las horas corre el rumor de que el contenido vale muchísimo, y Nelson recruta a unos colegas suyos para perseguir y matar a Víctor con la promesa de una lanota. Víctor no está solo, Liz su amiga/interés romántico, lo empieza a seguir y pronto se ve involucrada también en el lío. También está la hermana mayor de Víctor que circula en la periferia del desmadre sólo porque conoce a la novia del tipo que contrató a Víctor y porque ella fue la que le enseñó el novedoso celular con cámara a su hermano. Porque es a raíz de la venta de este celular (estamos en 2005, entonces sí que era novedoso) que Víctor acepta el encargo y no renuncia, aún conociendo el contenido de las cajas y a pesar de que la policía y Nelson están detrás (la policía de chiripa, en realidad).

No piensen que ya les conté la peli, noooo, no he dicho casi nada. Y como la recomiendo no hay ni un spoiler. 

miércoles, 17 de junio de 2015

La Sal de la Tierra

Descubrí el trabajo de Sebastião Salgado en el suplemento semanal de El País. Es un fotógrafo impresionante. Su trabajo es predominantemente social, los inmigrantes, los trabajadores, la guerra, la pobreza, los modos de vida, a través de los rostros de la gente, sus miradas y actitudes. No puedo mas que admirar sus imágenes, son visualmente impactantes, el contenido es estremecedor, emotivo (pero en el buen sentido, no en el sobre uso que se le suele dar), y dejan un nudo en la garganta.

Con esta película ocurre lo mismo.

La gente es la sal de la tierra. Salgado ha fotografiado gente durante cuarenta años. Motivado y apoyado por su mujer, Lélia, ha viajado por todo el mundo con proyectos personales relacionados con el hombre. Pasó un buen rato recorriendo América Latina para su proyecto Las Otras Américas. Viajó por todo el mundo fotografiando trabajadores para su proyecto Trabajadores: Una Arqueología de la Era Industrial.

Entre 1984 y 1985 la zona del Sahel en África sufrió una sequía terrible y junto con las diferentes guerras en la región, hubo un movimiento de gente tremendo. Las imágenes obtenidas durante este tiempo y las que realizó cuando viajó a Ruanda son muy impactantes. Con las imágenes sobre los bomberos apagando pozos petroleros uno no puede más que apreciar lo visual, pero en estas de la hambruna y la guerra...uff es difícil mantener los ojos abiertos.

Gran parte de la película son las fotos de Salgado y él platicando sobre lo que ve y vio en el momento de sacarlas. Es muy interesante escuchar sus impresiones, sus observaciones, lo mucho que se involucró con la gente y las situaciones que retrató.

Esta película está dirigida por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, el hijo mayor de Sebastião. Un día, ya adulto, decidió ir con su padre a una de sus excursiones. Iba a hacer una película sobre él, un poco para ver quién era este hombre aventurero que no pasó mucho tiempo con él durante su infancia. Más tarde invitaron a Wenders para que se les uniera. El resultado es una película extraordinaria que cuenta de una manera muy curiosa, la vida de este fotógrafo. Generalmente, en los documentales, el director observa y cuenta su historia desde la distancia, sin intervenir. Este documental me recuerda a los de Werner Herzog en donde él es un personaje en la historia. Aquí, Wenders nos dice algo así como “les voy a hablar sobre un cuate mío que es genial…” Nos cuenta su primera impresión cuando vio una foto de Salgado y cómo lo llegó a conocer y en la película se nota que se conocen bien y se respetan.

Entre foto y foto, Wenders y Juliano  van contando sobre la vida de Sebastião, su infancia y juventud, sobre su Lélia, sobre su padre y el “rancho” en donde creció y cómo el reforestarlo ayudó un poco a curar su ánimo después de sus vivencias en África.

Después de unos años de "pausa", después de unos años de dedicarse a su rancho, decide emprender un nuevo proyecto Génesis, una reflexión sobre la naturaleza, sobre el hombre y su interacción con ella. Es un homenaje a la belleza del mundo y un llamado a su conservación.

Esta es una de esas películas que no se pueden perder. Es valiosa en muchos sentidos. Y si quieren ver más trabajo de Salgado sigan los links que llevan a la agencia Amazonas Images de Salgado y su esposa.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Heli

Esperando nuevamente ese no sé qué que le hace a uno repeler de antemano a toda película mexicana, pero con una cierta curiosidad por el nombre del director (literalmente el nombre, no el renombre), por la manera tranquila de su hablar en una entrevista que dio, y bueno sí, porque ganó la Palma al mejor director en el Cannes de este año, fui a ver Heli.
 
Con tomas largas, paisajes solitarios y poco atractivos, y un ritmo no apto para los acostumbrados a las películas de acción, Heli (Amat Escalante, 2013), cuenta la historia de una familia que sin querer se ve envuelta en una espantosa y violenta situación. Heli es un chico que vive en algún pueblo perdido de Guanajuato con su familia, su papá, su hermana, su mujer y su bebé. Es obrero en la fábrica de la zona, la hermana estudia y tiene un noviecillo que se prepara para policía o PGJ o algo así. En un intento de ganar dinero fácil, echando a andar toda su estupidez e ingenuidad, el noviecillo se mete con la gente equivocada y en el camino arrastra a Heli y a su familia. 

Pero la película no gira alrededor de eso, es más sobre una familia que se convierte, sin proponérselo, sin tener tiempo para darse cuenta, es más, sin cagarla tremendamente, en víctima de esta onda violenta de nuestros tiempos narcos. Una familia destruida, pisoteada como bicho, por movidas e intereses que no se detienen ante nadie. No hay héroes o venganzas, hay impunidad, desconfianza, miedo y enojo. Las películas americanas nos han malacostumbrado a historias más heroicas y felices, pero esta es más cercana a la realidad. Al final lo único que queda es seguir adelante, seguir viviendo, como se estaba viviendo, sin más, sin iluminaciones, grandes discursos o sabiduría. 

Los “malos”, narcos, polis corruptos, lo que sean, son súper malos, pero quedan en segundo plano, así como una presencia permanente y no como protagonistas de algún tipo. La violencia es muy fuerte y no se suaviza ni se ridiculiza ni se glorifica, es como es. La representación de la vida cotidiana es de corte realista, no sé, igual y hasta los actores no lo son. 

De las películas con tema de este tipo, creo que esta y Miss Bala son de las que más me han gustado.

Me dio gusto haberla visto y espero con interés los siguientes proyectos del director (no he visto la anterior Los Bastardos, pero la veré).

martes, 17 de agosto de 2010

Frozen River

Ray Eddy descubre que su esposo se ha fugado con el dinero para la nueva casa tráiler. El vendedor le da una última oportunidad de hacer el pago el día de navidad. Ray no tiene idea de dónde va a sacar esa cantidad. Trabaja en un supermercado y apenas gana para vivir y darle de comer a sus dos hijos. TJ, que tiene como 15 años, se ofrece a buscar un trabajo para ayudar, pero ella le dice que no, que su obligación es ir a la escuela y cuidar de su hermanito. Eddy va a buscar al marido, que es jugador conmpulsivo, al bingo local. No lo encuentra, pero sí encuentra su coche. El coche en cuestión se lo ha agenciado una empleada del bingo que vive en la reserva Mohawk. Eddy va a por su coche, Lila no se lo quiere dar, le ofrece un trato, y ahí comienza la historia. Una historia de contrabando de ilegales de un lado a otro de la frontera, a través de un río congelado. Una historia de racismo y desconfianza: Lila sostiene que no las van a detener porque Eddy, que es blanca, va manejando; Eddy no quiere llevar pakistaníes en la cajuela porque qué tal si son terroristas, etc.

La película ocurre en algún pueblillo cerca de la frontera con Canadá, a unos pasos de la reservación Mohawk. El lugar es pobrísimo, frío e inhóspito, lodoso.

Frozen River (Courtney Hunt, 2008), no es una peli alegre, optimista, que levante el espíritu, o que tenga una moraleja al final. Es bastante sombría, de hecho. A Eddy le va del asco, hay días en que les da de comer a sus hijos palomitas y tang, se van a llevar la tele (extraños contrastes, pues es una tele grande de pantalla plana). No parece tener vida social, familia, amistades. Sin embargo Eddy no se rinde, no se queja, no pierde el control, ni se enoja. Tiene una meta, que es conseguir la casa para navidad, y lo va a lograr, aunque se meta en líos. Y también es la historia de Lila. Lila, que no mantiene un trabajo estable, es sospechosa de traficar con ilegales, y no es bien vista entre los miembros de la reservación. Lila tiene un bebé pequeño que le fue arrebatado por la abuela paterna y no se lo deja ver. Lila trafica y guarda el dinero para su bebé, pero es rechazado. Y la relación entre ellas no es para nada uno de esos lazos a la "Thelma y Louise", pero es real y solidario.

Y así son las cosas, no hay explicaciones de más, no hay melodrama (aunque la situación sea muy dramática). La vida sigue, los días pasan, no hay más.

No es el tipo de películas que de entrada me llamen la atención. Siempre trato de huir de las pelis potencialmente deprimentes, pero así como trato de huir de las pelis malas de adolescentes gringos, siempre hay algo que me llama, una curiosidad, el título, algún actor, algo de la trama, o hasta el soundtrack. En este caso fue la nominación al Oscar para Melissa Leo como mejor actriz, y para la directora al mejor guión. Me tardé un rato en decidirme a verla, y no me arrepiento de finalmente haberme animado. La película me atrapó rápidamente, y aún sabiendo que no podía acabar bien (con ese título, ¡imposible!), terminé de verla, sin por un momento perder el interés.
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