miércoles, 30 de enero de 2013

Melancholia

Melancholia (Lars Von Trier, 2011). Dos hermanas en el fin del mundo. Justine es una melancólica sin remedio, que no se adapta a su mundo, trata de casarse, sonríe en su boda, se esfuerza por querer a su marido, pero no puede. Claire es de esas personas que saben lo que quieren, que controlan su entorno, y cuando es más que inminente la llegada y el choque del planeta Melancolía con la Tierra, se siente perdida. Justine en cambio, mantiene la calma y de alguna manera disfruta la situación, no tiene nada que perder; Claire tiene un hijo, así que lo tiene todo que perder. 

melancolía.
(Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολα, bilis negra).

1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.

Esta definición es tan precisa para la película, pero tan precisa, que pareciera que Lars Von Trier la leyó primero y de ahí generó su historia. Y creo que lo sosegado es una parte importante en la película. Es una película pausada, no lenta porque eso es peyorativo. Es pausada, se toma su tiempo para esperar el fin del mundo. Y así como las hermanas ven cómo se acerca el planeta, nosotros las acompañamos, con calma, con tiempo para observar y apreciar la fotografía, los colores, las actuaciones, la profundidad de los personajes, el cuidado de la manufactura, las locaciones, la música.

Es una película triste, sí, pero no es un dramón, ni es oscura y deprimente.
No resulta fácil explicar porque me gustó y la disfruté, así contada seguro que nadie querría ir a verla. A pesar de que sabemos que todos mueren, que unos están tristes y no pueden manejar la situación, a pesar de que tal vez nos asuste que Justine ni se inmute, es una película bonita, y como dice Von Trier, hasta con final feliz.

Tendré algo de melancólica, tal vez (no mucho eh, sólo lo suficiente), pero yo como que me identifiqué más con Justine que con su hermana.

martes, 29 de enero de 2013

Django Unchained

Un grupo de esclavos encadenados y sus vendedores caminan lentamente por un paisaje típico de western, mientras el nombre de la película aparece en enormes letras rojas “Django Unchained” y suena la canción de Django: Jangooooooou (sin la d, que es muda). Me encantó este inicio, la canción y la secuencia nos prepara para lo que esperamos sea una gran aventura.

Una noche, una carreta los intercepta, es el Dr. King Schultz; se hace pasar por dentista pero es en realidad un caza recompensas y busca a nuestro héroe Django (Jamie Foxx que mantiene durante horas y horas su cara de cool intenso y nada más) porque le puede ayudar a reconocer a tres hermanos con carteles de Wanted. Y es que estos tres trabajaban en la plantación de donde Django provenía. Django los conoce bien, pues son los que le dejaron las marcas en la espalda y en la cara.

Este es el inicio de una gran amistad. Resulta que el Dr. Schultz (Christoph Waltz, en una idéntica y encantadora actuación como en la de los Basterds, pero en bueno) es bastante buena onda y no le gusta todo esto de la esclavitud, aunque se aprovecha de ella cuando es necesario, por dinero, nada más. Django le cuenta a King que tiene una esposa y que quiere ir a buscarla. King, resulta ser un romántico y se ofrece a acompañarlo.
Durante el invierno trabajan juntos atrapando malhechores, jugando al tiro al blanco y planeando el rescate de la hermosa Broomhilda. Conocemos mejor a los personajes, King demuestra ser un blanco fuera de lo común (será porque es europeo y con más clase que los vaqueros que son un poco bestias), se asocia con Django y se reparten el dinero de las recompensas. Hasta este momento todo pinta bien y uno sigue pensando en la gran aventura que les espera. Cuando de repente llega un sketch con los del Ku Klux Klan realmente absurdo, con un humor de pastelazo (chistosa, no lo niego), que rompe con el ritmo de la escena de una manera tan extraña que lo único que provoca es desconcierto. Porque además, ese tipo de chiste no lo volvemos a ver en la historia.

En la segunda parte de la película (la primera es tan larga que más bien podrían ser dos: la de vaqueros y la de escabechina y justicia) llegan a Candyland, la plantación de Calvin Candie (Leonardo Di Caprio), en donde trabaja Broomhilda. Se hacen pasar por hombres de negocios en busca de esclavos especiales para las peleas de mandingos (peleas a morir entre esclavos negros… inventada por Tarantino, por suerte) y se topan con un Stephen (Samuel L. Jackson) de miedo. A mi parecer el verdaderamente malo de la historia y probablemente el controlador de todo el negocio. Es el personaje más cuestionable de todos y al que debería haberse desarrollado más. De los otros no esperamos más que lo que nos presentan, los blancos son así porque así nacieron y los educaron, de los negros, o que se sometan o que se liberen. Pero ¿qué se hace con un negro que se cree blanco, actúa como viejo, tiene una mirada cruel y sádica, que controla al jefe con un mínimo de esfuerzo?
Después de las presentaciones, de unos cuantos diálogos ingeniosos, una hermana sin importancia, un par de demostraciones de maltrato a los esclavos, de una escena de reencuentro entre los esposos, sin ninguna nada de romance y amor verdadero…sin suspiros pues, sólo un monótono “Hey baby”, empieza la venganza. Un regadero de litros y litros de sangre, montones de plomo, y ya. 

Héroe recupera chica, tan tan fin de la movie.

Siempre que se estrena una película de Tarantino mis expectativas son altísimas. Esta no es que me haya decepcionado, me divirtió bastante, pero me pareció irregular y en muchos sentidos hasta inútil.

Supongo que es un homenaje al spaghetti western, por lo menos la primera parte lo parece, la música también lo indica. Esta es la parte ligera y más entretenida, pero es tan larga que distrae del objetivo principal, que es la segunda parte. La segunda parte es otra onda diferente, aparentemente tiene una postura moral, habla de la justicia, nos retrata lo mal que les iba a los esclavos, pinta a unos blancos ricachones despreciables y nos hace pensar que toda la travesía de Django, su fortaleza, su frialdad, lo convertirán en un héroe entre los esclavos, que su venganza será inteligente e ingeniosa, nos hace pensar en una escena final de Django alejándose con su chica rumbo a otra plantación para continuar su lucha. Algo así. Pero no. Stephen resulta más abusado que todos y descubre el engaño. Aquí la historia deja de funcionar pues lo único que hace Candie ante eso, es aceptar vender a Broomhilda por una lanota. ¿Que no está indignado porque trataron de tomarle el pelo? ¿A poco venderla súper cara es suficiente castigo para alguien acostumbrado a ser el máximo jefe, el más inteligente, el más ingenioso? No me lo creo. Y luego ya con el contrato de libertad firmado, el final feliz apareciendo en el horizonte, el sensato y audaz King pierde su “cool” de una manera totalmente irresponsable y mata así nomás, sin chiste, a Candie y se hace matar, dejándonos con una sensación de “¡¿¡¿¡¿dos horas para esto?!?!?!??!”. Django no tiene más opción que empezar a disparar y matar y matar, en una escena a la que le falló el timing y quedó tantito larga, repitiendo un poco de más el chiste de los disparos al pobre tipo tirado en la entrada.

Obvio, la balacera termina cuando amenazan con matar a Broomhilda. Al día siguiente Django se salva de ser castrado para ser enviado a una mina. No pude evitar en este momento sentir una gran desesperación ante la idea de seguir sentada durante otras dos horas. Rápidamente empecé a imaginar una vida dura en la mina, su escape, y nuevamente el rescate de su esposa, pero ahora veinte años después. Por suerte, a medio camino, en la peor escena de la película, con un terriblemente sobreactuado Tarantino, Django se libera y regresa por la chica y la venganza final, que es bastante pinchona porque sólo consiste en matar a todos con disparos y volar en pedazos la mansión.

Es esto lo que me molestó de la historia. Tarantino nos hizo creer que Django y King eran inteligentes, que estaban hartos de las injusticias, todos sus planes anteriores eran astutos, les tomaban el pelo a los blancos explotadores,  nos hizo formarnos una idea de unos héroes como los basterds, pero no hubo nada de eso. Uno se “suicida” y el otro sólo quiere a su chica. ¿Acaso Stephen y Candie no merecían un final al nivel del de Hans Landa? ¿Acaso no parecía que los negros esclavos, los mandingos, estaban viendo a Django como un líder? ¿Malinterpreté?
Nuevamente supongo, que Tarantino, muy a su estilo, quería retratar la situación de la esclavitud, así como en su película anterior habla sobre los nazis, pero perdió claridad en el camino. No sé si al querer jugar con el western se hizo pelotas o qué, pero para mí no funcionó. Qué mal que le dieran el Golden Globe por mejor guión por esta y no por cualquiera de sus anteriores.

Espero, por su bien, que Christoph Waltz se tome un descanso, porque aunque creo que se lleva la película, puede caer en ese remolino en donde se quedan muchos actores haciendo el mismo papel una y otra vez (miren si no a Samuel L. Jackson).

De la película, me quedo una vez más, con el soundtrack. Siempre he disfrutado enormemente de las elecciones musicales de Tarantino y en este sentido me pareció consistente. Su intención original era utilizar canciones originales de sus westerns favoritos, pero varios artistas le mandaron aportaciones buenas y no se pudo negar. A mí me gusta la última de RZA y una que escribió Ennio Morricone junto con una cantante italiana, especialmente para esta historia.

Ay, si tan sólo Django hubiera sido más heroico, más humano ¿mejor actor? o ¿mejor escrito?

miércoles, 23 de enero de 2013

The Son of No One



Jonathan “Milk” (Channing Tatum con un bigote mata pasiones) es un joven policía novato al que acaban de trasladar temporalmente al precinto 118 de un barrio de Queens en donde creció. Ahí está bajo el mando del Capitán Mathers (Ray Liotta, una vez más en uno de esos papeles de los que no se ha podido librar. Me pregunto ¿cuántas veces la habrá hecho de policía corrupto? En su CV no debería de decir actor, sino actor de policías corruptos, es más, ni siquiera de distintos tipos de policía corrupto, es más bien el unicara de los policías corruptos). Por esas fechas Mathers y Stanford (Al Pacino, con una intrascendente aparición de no más de 5 minutos), que creo es alguien más picudo en el medio, han estado en medio de un escándalo de corrupción sin pruebas hasta que en un periódico se empiezan a publicar una serie de cartas dirigidas a ellos que dicen que 16 años atrás encubrieron dos asesinatos en unos edificios de la zona. Las cartas son cada vez más comprometedoras y Mathers se pone cada vez más nervioso. La reportera que publica las cartas (¡Juliette Binoche! ¿Qué estabas pensando cuando te ofrecieron salir aquí? ¡Argh!) no se amilana ante las sutiles intervenciones de la policía y sigue publicando las cartas emocionada ante la idea de hacer caer a ese par de corruptos.

A “Milk”, este asunto del pasado le afecta tremendamente y su ya complicada vida familiar se complica aún más. Y no es complicada porque tiene una niñita con problemas noooo, es porque ha tenido el mal tino de casarse con la estupidita ex de Tom Cruise. ¡Sí! Su esposa la hace Katie Holmes y es terrible. De veras, no es personal, es una amargada, mala onda y sin relevancia. Aunque esto no es realmente su culpa, la historia es malona (ay qué amable me vi) y pusieron un personaje femenino para llenar un hueco, pero nada más.

Entonces, retomando la crisis de Jonathan. Su pasado: 16 años atrás, en el edificio horrible ese en el que vivía con su abuela, había un junkie bully que le hacía la vida de cuadritos. Y un día lo mató. Con la ayuda de sus amigos Vinnie y Vicky, lo tiró a la basura. Unas semanas después otro junkie bully lo chantajeó porque sabía lo que había hecho y en un forcejeo lo tiró por las escaleras y murió. A este también lo tiraron a la basura. Stanford era detective en esa época y además el pareja del papá de Milk, que no está en escena porque murió antes de que empezara la película. Stanford, que parece ser muy inteligente, luego lueguito sabe al dedillo lo que pasó y le dice al niño que lo va a dejar pasar, pero que él tiene que vivir con eso y no contarle a nadie. Milk lo promete y Vinnie también. Pero el pobre Vinnie tiene algún problemilla mental (o quién sabe, tal vez la mamá sólo lo manda al psiquiátrico para deshacerse de él) y lo regresan al sanatorio y ya no sale de ahí lúcido.

Jonathan crece y se hace un hombre de bien. Vinnie se queda en el barrio y está fuera de órbita. Stanford se hace poderoso. Y Ray Liotta se preocupa de que las cartas los desenmascaren. Eso no me queda claro porque nunca vemos a Ray Liotta comprometido 16 años atrás. Nadie dice que fuera el compa de Stanford ni nada de nada, así que hay un hueco ahí. En una escena al final hay un diálogo en donde Pacino dice que es su ahijado, pero yo pensé que hablaba de Jonathan y alguien más pensó que hablaba de Mathers. El caso es que no es claro para que sale guey ahí (bueno ni en tantas de sus otras películas). Ya estamos cerca del final y entonces nos enteramos de que Mathers sabe perfectamente bien quién es Jonathan y lo que hizo y lo presiona para que la última carta, la que dará nombres y detalles, no sea publicada. Jonathan se cita con la periodista, pero esta le dice que nanay y se va rauda y veloz a imprimir su periódico. No lo logra porque la matan. Eso sí, no sin antes haber tomado unas fotos que comprometen a Jonathan, pues fue el último en hablar con ella. Jonathan empieza a pensar que el que manda las cartas es Vinnie pues es el único que sabía toda la historia, pero Vinnie no está en condiciones. Una serie de amenazas telefónicas a su familia y directas a su nariz, preocupan a nuestro protagonista, que decide contarle todo a su mujer. En la última llamada anónima, le piden a Jonathan que se suba al coche de su compa y siga las instrucciones. Ah, porque su pareja policía no es sólo desagradable, ¡está metida en el ajo! El pareja lo lleva a una secretísima junta con Mathers y Stanford en donde le dicen que se quede quietecito, que ellos son los ojeis que le pegaron, que asustaron a su mujer y que mataron a la reportera, y que van a hacer que Vinnie aparezca como el responsable de todo. Pero el bueno de Milk es bien leal y no puede permitirlo así que en vez de ir a casa va a salvar a su cuate. En la confrontación final recibe él recibe un disparo, a Mathers lo mata Vinnie, a Vinnie lo mata Stanford. Y Stanford deja ir a Milk. La noticia en los periódicos pone a los jefazos como héroes y a Vinnie como el loco asesino.

La película termina cuando una Vicky adulta escribe la última carta, está dirigida a Jonathan pidiéndole disculpas por haber armado todo este lío, pero que lo había hecho para que la gente supiera que los del barrio también contaban y tenían voz. Esta es la parte más irritante de todas porque la tipa arruinó la vida de sus cuates. Pensando de más y tratando de encontrar una razón justificable (este pensando de más ya hace que la peli no funcione, aclaro), se me ocurre que una escena del inicio que pasa súper rápido y a la cual no se le da importancia más adelante, es la clave de todo. En esa escena sale que los edificios en cuestión van a ser demolidos para construir unos departamentos más glamorosos y los inquilinos van a tener que irse a otra parte, aunque oficialmente se van a demoler porque hay mucha inseguridad ahí. Al parecer Mathers y Stanford están involucrados en el negocio. Entonces en mi pensar de más, Vicky decide sacrificar a los dos peonsuchos de sus amigos de infancia para desenmascarar a los villanos y salvar al barrio. 

Pero la historia apesta y no se sostiene, no te crees que los dos jefes sean tan poderosos y siguen trabajando en ese precinto de mala muerte. Las razones de Vicky también son malísimas. Hay varias escenas inútiles que lo distraen a uno porque parecen tener importancia y nada. Y es que es que la película está mal hecha, porque ya que uno la piensa y repiensa encuentra las razones, pero no debería de ser así. Las actuaciones son regulares tirando a malas y molesta lo tramposo que es uno de los carteles en donde ponen mitad Channing, mitad Pacino, como si fueran iguales en presencia, como si Pacino fuera realmente un personaje. En último caso deberían de haber puesto a Ray Liotta… pero así seguro que no hubiera caído en ir a verla.

sábado, 19 de enero de 2013

Monsieur Lazhar

Una maestra de primaria se suicida en su salón de clases.

Los siguientes días son de desconcierto para todos, algunos niños lo toman bien, otros están tan impresionados que no duermen; los maestros no saben bien cómo manejar la situación, una psicóloga va a hablar con los niños, la directora recibe quejas, porqués, exigencias de todo mundo. Y entre todo eso, aparece Bashir Lazhar que leyó la noticia en el periódico y decide presentarse con su currículo, pues hay ahora una plaza disponible. Aparentemente, todo está en regla, sus papeles migratorios, su permiso de trabajo, etc., y se queda como maestro de esa clase.

No le es fácil al principio, su método de enseñanza es más bien clásico y estricto y los niños no han olvidado a su querida maestra. Sin embargo con el paso de los días, maestro y alumnos se van adaptando. Lazhar está dispuesto a aprender y se da cuenta las cosas han cambiado desde que él iba a la escuela y que la manera de enseñar en Canadá es muy distinta a la de Argelia. Dar zapes a los niños o tocarlos de alguna manera, aunque sea un honesto abrazo, es muy incorrecto. Los verbos no se llaman de la misma manera que antes, los niños dicen lo que piensan, y hacer dictado de autores clásicos es algo muy mal visto.

El ciclo escolar avanza, los alumnos de Lazhar salen adelante con buenos resultados y sin embargo, él siente que las cosas no están del todo bien. A él le parece que los niños necesitan hablar de lo que pasó con su maestra, pero la directora le dice que no, que esa es la labor de la psicóloga, la única especializada. Nadie lo sabe, pero Bashir Lazhar entiende a los niños, entre otras cosas porque su familia entera murió en un incendio en Argelia. Su esposa estaba amenazada por haber escrito un libro crítico al gobierno y justo antes de su partida rumbo a Canadá murió con sus hijos. Lazhar, que se había ido antes para conseguir casa, ahora está luchando por su derecho a ser refugiado político en el nuevo país y tiene que demostrar que efectivamente, su vida corre peligro en su país natal.

Un día, en una presentación de clase, Alice escribe un ensayo sobre sus sentimientos en relación a la muerte de la maestra, y el maestro aprovecha para que los demás niños hablen al respecto. Simón, que es el que las está pasando más duras, está cada vez más enojado y descontrolado. Alice lo culpa porque al parecer días antes de la muerte la acusó de haberlo besado. Los maestros no le dieron importancia alguna porque conocían las circunstancias tanto de ese hecho, como de la vida familiar del niño. Pero Simón se culpa, y finalmente un día explota en clase y dice que es su culpa que si él no hubiera dicho eso ella no habría muerto. Pero Bashir le dice que eso no es así, que no es su culpa.

Bashir es reconocido como refugiado y parece que las cosas estarán bien en adelante, pero algunos padres de familia se han enterado de su situación y presionan a la directora para que lo despida y a ella no le queda más remedio. Él le pide  terminar el día para despedirse correctamente, y en el último periodo les cuenta una fábula que escribió en donde les habla  sobre la pérdida y de que hay que seguir adelante.

Me gustó mucho Monsieur Lazhar (Philippe Falardeau, 2011). Es una historia muy sencilla de esas de película chiquita sin grandes pretensiones y muy buenos resultados, que trata temas duros, pero no en plan dramón tele novelero. Las actuaciones están muy bien. Mohamed Fellag, el que la hace de Lazhar, tiene un acercamiento al personaje muy sutil y humano. No es notorio, pero me parece una actuación muy cuidadosa, de esas que se mueven sólo lo necesario para que la historia vaya avanzando. Las escenas de clase con los niños, son buenas, y hacia el final hay un par realmente conmovedoras. 

La iba a clasificar en la subserie de “Al maestro con cariño”, pero decidí que no, que es más que eso. En esa subserie los maestros son unos héroes muy obvios que viven su vida de maestros-héroes por siempre, y Lazhar es más bien una presencia necesaria en el momento necesario para que ese grupo de niños pueda salir adelante emocionalmente. No sabremos más de él, ni de si siguió siendo maestro, y no importa.
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