Mostrando entradas con la etiqueta Alex de la Iglesia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alex de la Iglesia. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de diciembre de 2018

Perfectos desconocidos

Después de ver El Bar, me prometí no ver más una película de Álex de la Iglesia. Poco después apareció en Netflix ésta de Perfectos desconocidos y me negué a verla, a pesar de que me la recomendaban.

Ha pasado casi un año y me encuentro con que hay un póster en el cine de la versión mexicana, dirigida por Manolo Caro y con Cecilia Suárez, y en Netflix ha aparecido la versión francesa.

Al indagar un poco más, resulta que también hay una versión turca, habrá una brasileira y una griega también. ¡Osea! No recuerdo otra película que se haya "adaptado", "remakeado", de esta manera, en tantos países y en tan poco tiempo, solo series de tele como la de El Puente, o Betty la fea. 

Intrigada, caí y vi, primero la italiana que es la original (Paolo Genovese, 2016) y que tuvo mucho éxito en allá, y luego la española, una de las más taquilleras del año, allá, que se hizo, según leí, un poco sobrepuesta a la italiana, por lo que dicen que no es exactamente un remake, sino que leyeron el guion y pensaron que estaba bueno y que lo podían mejorar.

La historia es igualitita. Un guion así es fácilmente adaptable en cualquier ámbito. Ya se imaginarán por el poster. Un grupo de amigos que deciden exponer sus celulares y enseñar cualquier cosa que timbre, mensajitos, fotos, fb, llamadas en speaker, etc. Obvi, todo se complica terriblemente.

La italiana es más dramática, un poco más seria. La española es más exagerada, más contrastante, más cómica; hay una luna roja que supuestamente enloquece un poco a las personas. En la italiana era simplemente un eclipse, aquí hay más juego con eso, es más surreal y más divertido. En general me gustó más porque es más intensa, más melodramática y más cinematográfica. Todo ocurre en un departamento, un par de cuartos y ya. Álex de la Iglesia logra hacerla muy dinámica, la cámara está muy activa, acercándose y alejándose de los personajes, los personajes tienen expresiones más evidentes, nos toma menos tiempo de qué va cada uno. Y con la música que está muy bien, tiene todo el aire de una comedia viejita tipo whodunit, pero sin crímenes ni detectives.

No conozco a los actores italianos, conozco a los hispanos y me gustaron, unos más en comparación, como Eduardo Noriega o el que hace a Antonio, porque el Antonio italiano (no recuerdo si se llama así el personaje), es más plasta, parece enfermo y súper depre. En cambio el que hace Eduard Fernández, el papá de la adolescente, me gustó mucho más el italiano.

Supongo, no lo sé con certeza, pero me sospecho, casi seguro, que acabaré viendo la mexicana, Manolo Caro y algunos de los actores, me gustan. Y seguro tendrá el toque y el lenguaje mexicano que la harán más cercana. Espero detenerme ahí, es una exageración echarme la francesa, ay, pero qué intriga me da la turca. Por el póster, los personajes se ven más teens, ¿será como una de esas novelas turcas que han invadido la televisión nacional? ¿Me convertiré en una cazadora de versiones? Por puro chisme, porque aunque está entretenida, tampoco es fascinante ni nada, eh.

martes, 14 de noviembre de 2017

El Bar

¿Qué hago conmigo? ¿Cómo me contengo para no ver más las películas de Álex de la Iglesia? Caigo, caigo, me decepcionan, se quedan cortas y desperdiciadas historias y situaciones que podían haber sido tronchantes. Desaprovecha actores y personajes. Le falla el "timing comédico", exagera, pero no en plan desatado sino en plan jalado y sus historias podían haber acabado varios minutos antes.

Esta nueva, El Bar, es del tipo de películas contenidas en un sólo espacio, con un montón de actores, por lo que se requiere mucho de ellos, un guion con buenos diálogos, y sorpresas que lo tengan a uno enganchado.

Una mañana común y corriente, una variada serie de personajes se ve sorprendida y atrapada en un bar. En unos segundos la calle de se vacía y no se oye ni un ruido. Un par de estos personajes sale y son asesinados por lo que parece ser un francotirador. En el interior pasan las horas, no tienen señal, las noticias de la tele no dicen nada de lo que está pasando, nadie se da cuenta cuando los dos asesinados desaparecen de la calle. El problema está dentro del bar. Alguno de ellos debe ser un terrorista o un criminal. Empiezan las sospechas. Que si el tipo hipster trae una mochila sospechosa, que si el portafolio del vendedor de sostenes, que la pistola del ex policía. Y entonces, del baño sale un tipo muy enfermo que muere en medio del salón. Él es la razón de todo el borlote. Está infectado de algo que los del exterior, osea el Gobierno, quiere eliminar lo antes posible. Hay una ruptura en el grupo (que no es que haya estado muy unido), los que no han tocado al tipo enfermo, y los que sí. Estos últimos, apestados, son expulsados al sótano, junto con el cadáver. Una explosión, pasos, silencio. Los de abajo suben y se encuentran con un bar incendiado, por la ventana alcanzan a ver las bolsas negras con los tres personajes que los obligaron a bajar al sótano. No hay escapatoria. O tal vez sí. Encuentran que con el cadáver hay varias dosis de la cura. Como es de esperar, no alcanza para todos. Comienza la rebatinga. A nadie se le ocurre pensar que los de afuera no se van a detener a escuchar que no están infectados y se los van a escabechar a la primera que los vean salir. 
La única salida es una alcantarilla que está en el sótano. Uno a uno, con más o menos trabajo, bajan y siguen peleando por la cura, y como los perritos, cada vez quedan menos. Al final sólo una sobrevive. Pero la verdad es que a estas alturas no nos importa y nos hubiera gustado más que nadie sobreviviera.

No es un ejercicio sencillo mantener la tensión de este tipo de historia, pero si hay una buena historia, una historia que sabe terminar bien, no necesita cambiar de escenario a las aventuras en el caño para despertar el interés. Si se tiene a una actriz como Terele Pávez que es fantástica, extraña y aterradora a la vez no se la desaparece a la media hora, se la explota al máximo. ¿Qué sentido tenía disfrazar a Mario Casas con esas gafas y esa barba que le matan lo guapetón? ¿Por qué no aprovechar más a todos los personajes y la aterradora sensación de abandono, de peligro, de no saber nada del exterior, en vez de dedicarle tanto tiempo al loco alcohólico que se deschaveta aún más y desvía por completo el primer sentido de la historia?

Como me pasa después de verlas, tenía potencial, la sinopsis parecía divertida, hay un par de cosas chistosas, y en conclusión, un desperdicio de talentos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mi gran noche

¡OMG, pero qué desastre! 
El desmadre dentro del desastre. Un caos sin sentido, sin fin. Una vaga idea y un desperdicio, un desperdicio de situaciones, de reparto, de diversión. 
No es que sea una idea potencialmente brillante, pero sí que podría haber estado muy divertida. 
Creo que a Álex de la Iglesia le hubiera caído bien una ayudadita de Robert Altman para manejar correctamente tantos diálogos, tanta gente, tantas historias. 
Ahí está el lenguaje, el absurdo, lo ridículo, pero se le escapa de las manos.

El humor negro característico de sus películas se queda como en gris pálido. Y los pasteles del pastelazo no volaron muy lejos y se estrellaron en el piso.
No es que sea aburrida, es que no se entiende por qué existe.

Con un enorme reparto de conocidos para los que ven Antena 3, Álex de la Iglesia armó una película sobre la producción de un programa festivo para dar la bienvenida al 2016 (un programa que se está filmando en octubre). Las estrellas serán, la súper joven estrella del momento Adanne (un Mario Casas, afeado y amensado) y Alphonso (Raphael haciéndola de una caricatura de Raphael y cantando sus canciones). Alrededor de ellos hay un montón de historias, los extras completamente aburridos con la chamba, los anfitriones en constante pulla, la producción resolviendo problemas dentro y fuera del estudio, un intento de asesinato, una manifestación de trabajadores, accidentes, traiciones, y unos cuantos gags divertirijillos, pero nada desatados. Lástima.
Y luego algo súper raro: cuando Adanne/Mario Casas sale a cantar su gran hit llamado Bombero y es la canción Torero de Chayanne, en versión chafa y cachonda. Se me hizo rara esta escena porque ¿por qué esa canción que ni está de moda? porque ¿rima con bombero? O.O
Cuando primero supe de esta película pensé que tal vez era una especie de homenaje a Raphael, pero tampoco es eso porque sólo salen dos canciones.

En fin, nada recomendable. Creo que descansaré de Álex de la Iglesia, y no veré nunca más el Día de la Bestia para quedarme con el buen recuerdo de lo mucho que me gustó. 

lunes, 30 de diciembre de 2013

Las Brujas de Zugarramurdi

Después de cosas odiosas como la Chispa de la Vida y Balada Triste de Trompeta (bueno esta es probablemente la película más deprimente que he visto en mi vida), Álex de la Iglesia regresa a ese estilo inicial de cine con el que la mayoría le conocimos y nos hicimos fans, el estilo negro-desatado-fantástico-cómico-terrorífico de El Día de la Bestia

No es una película de diez, pero es bastante coherente. Recuerdo vagamente que después de ver La Comunidad y Crimen Ferpecto me quedé con la sensación de que algo faltó y aquí, me divertí con los diálogos, el extraño repertorio de personajes, y alguna que otra escena de acción con las brujas, y aunque no todo funciona, sí cierra bien.

Los primeros veinte minutos son brillantes. El asalto a la tienda de oro, la escapada en el taxi, la introducción de los personajes, es muy divertida. Tan divertida que ya pensando después, que si no hubiera sido una película de brujas y sí una de ladrones primerizos al escape, hubiera estado muy, pero que muy bien.

La siguiente parte, ya con las brujas en acción, es algo dispareja y la película se alarga un poco de más con el sacrificio final que si se puede decir, es una jalada (aunque la música de esa parte me pareció muy acertada). A partir de la irrupción de la policía, la historia se sale del carril y se atasca de cosas, como la presencia de Luismi, el romance, los tipos en las estacas, el discurso de la jefa bruja...
Hablando de brujas, me gustaron bastante; Santiago Segura sin estar excedido, la bruja abuela está divertida, Carmen Maura de repente da miedito. Pero no me encantó la joven Eva, está un poco pasada (no sé si por mala actriz o mal personaje o mal corte de pelo), y esa parte de la historia de amor como que no, pero entiendo que exista por todo el discurso mujeres Vs. hombres.

Curiosamente, el título que tiene en inglés está bueno y resume muy bien de lo que va la historia: Witching and Bitching.

La recomiendo a los conocedores y seguidores, y es un alivio ver que Álex de la Iglesia todavía tiene ganas de hacer cosas de este tipo. Por mí que se clave con el fantaterror.

lunes, 18 de julio de 2011

6 Películas para no dormir

Esta es una serie de películas para televisión basadas en una antigua serie española llamada "Historias para no dormir".
Dedicaré este capítulo a esta serie aunque sea para la tele porque me gustó el proyecto en general y porque los directores son directores de cine con visión de cine.
No todas las películas están logradas, y sí dejan dormir. Es un tipo de terror clásico, de fantasmas y espantos, nada morboso o macabro, lejos del cine de terror asiático (que ese sí que que no me deja dormir), lejos de las pesadillas interminables a la gringa.

Empezaré por la primera que vi y la única que no me gustó nada. Se llama "La Culpa" (Narciso Ibáñez Serrador, 2006). Se trata de una enfermera madre soltera que se muda con su hija a la casa de una doctora que se dedica fuera de su horario de hospital a hacer abortos en su consultorio. Un día y rápidamente, la enfermera se embaraza, para enojo y decepción de la doctora,que ya le había echado el ojo. La enfermera es convencida de que lo mejor es abortar y lo hace (de ahí el nombre de la historia, se supone). Pero el feto desaparece y a partir de ahí empiezan a pasar cosas misteriosas en la casa, bueno más misteriosas porque la doctora ya era medio creepy y la casa también y las vecinas metiches dueñas de la casa también.
Y bueno, termina todo en una jalada. Y es que la primera mitad plantea una serie de cosas, extrañas desapariciones, que la doctora parece medio psicópata, que hay algo en la historia de la casa y de las vecinas, y en la segunda mitad todo eso se olvida y se enfoca en el aborto de la enfermera. Nah, muy chafona y como de campaña de salud.

Cuento de Navidad (Paco Plaza, 2005). Dirigida por uno de los directores de Rec. Esta me divirtió, en gran parte porque ocurre en 1985. Y se nota que el director puso cuidado en la estética de la época. Tiene sabor a Goonies, tiene sabor a mis vacaciones con mis amigos. ¡Y lo mejor de todo! Tiene al Karate Kid. No vi películas de zombies como estos chicos, pero ah, cómo disfruté el Karate Kid.
Me gustó está historia, está divertida, llena de humor, con guiños a cosas de esa época y los chicos están bastante bien.

En fin, continuaré. Esta es la historia de una pandilla de niños disfrutando sus días de vacaciones decembrinas, cuando se encuentran con una Santa Claus que se cayó en un hoyo. Está herida y mientras unos tratan de sacarla otros corren a avisar a la policía. En la estación se enteran de que la Santa Claus es una peligrosa ladrona que se acaba de robar dos millones de pesetas y se le busca por todas partes. Los niños deciden dejarla en el hoyo hasta que les diga en dónde está el dinero. No todo el grupo está de acuerdo, pero siguen con el plan. Una noche dos de los chicos, que son fans de una película de zombies, deciden hacer un rito para convertir a la ladrona en zombie. A partir de ahí las cosas se salen de control. Nunca unas navidades fueron tan aterradoras. La ladrona se escapa, los persigue, no queda claro si es zombie o sólo está mega cabreada con los escuincles. Los niños intentan matarla según las instrucciones para matar zombies que vieron en la película. Al final lo logran y la regresan al hoyo. ¿Pero, realmente la mataron?

Adivina quién soy (Enrique Urbizu, 2006). Me parece que está es la más extraña de todas. No se sabe bien de qué va, es intrigante y lo mantiene a uno en espera de algo, pero logra hasta el final, mantenerlo oculto y vago.

Estrella es una adolescente amante de las películas de terror, que vive con su mamá. Le va bien en la escuela, le gusta leer, pero no tiene amigos. Y no parece necesitarlos porque tiene unos imaginarios, bastante peculiares, son Leatherface y el Vampiro.
Un día el oculto pasado de Ángela, la madre de Estrella, resurge, cuando un misterioso detective la contacta y le dice que el tipo que la violó está de regreso y va a por ella. Ángela regresa a casa, preocupada e inquieta. Esa noche Estrella invita al Vampiro a cenar, y ¡zas! para sorpresa de Ángela, el Vampiro es el que la violó y el padre de la niña.
Estrella se da cuenta de que algo no está bien en la historia, que su mamá está aterrorizada y que el Vampiro ya no es amigable como antes. Y decide actuar para salvar a su mamá...con la ayuda de sus amigos imaginarios.

Esta siguiente es de fantasmas, se llama Regreso a Moira (Mateo Gil, 2006) y está dirigida por un escritor y guionista que ha colaborado en películas de Alejandro Amenábar. Y sí se nota que el guión es más cuidadoso y de las seis, es la que rompe un poco el ritmo y el patrón de película de horror.
Tomás es un hombre mayor que regresa a su pueblo natal después de estar fuera más de treinta años. Su mujer acaba de morir y él regresa al pueblo lleno de recuerdos y obsesiones. Cuando era un jovencito se enamoró de Moira, una fuereña que se instaló a las afueras del pueblo y rápidamente se hizo una fama de bruja y prosti. Tomás y sus amigos, con la curiosidad propia de la edad fueron a chismorrear. Moira los pescó y de ahí se establece la relación entre ella y Tomás. Sin embargo, la restricción de Moira de que Tomás sólo la visite de día, desata los celos del chico, que en venganza, al creer que ella le pone el cuerno, cuenta a su madre que ha sido manipulado por la bruja. La señora, con el resto de las mujeres del pueblo van a buscarla y la linchan. Tomás se va de ahí y pasa el resto de su vida pensando en ella. El pueblo ha cambiado, pero la casa sigue ahí abandonada y encantada, y es seguramente Moira quien lo espera dentro.

Para entrar a vivir (Jaume Balagueró, 2006). Esta fue mi favorita por intensa. La historia es sencilla, está bien hecha y logra momentos de tensión en donde tuve que taparme los ojos con las manos y ver esos pedazos entre rejillas. Y no por miedo, sino por el estrés de lo que pudiera pasarle a los personajes.
Clara y Mario son una joven pareja que espera un bebé y buscan un nuevo lugar para vivir. Mario encuentra un anuncio de un piso y van a verlo. Está a las afueras de la ciudad en una zona horrible, pero el piso promete, dice la portera que los atiende. Ellos no están para nada convencidos. El lugar es una ruina, está medio amueblado y requiere muchas reparaciones. La señora les dice que las reparaciones están en proceso y que los otros inquilinos están contentos ahí. Pero Clara dice que no, que muchas gracias pero nel. Están por irse cuando Clara se empieza a sentir mal. Se recuesta en una cama y mientras reposa, Mario ve debajo de un mueble unos tenis que le suenan conocidos. Eran suyos y los acababa de tirar a la basura. Al mismo tiempo, Clara ve junto al buró una foto de ellos. Extrañados y mosqueados se dirigen a la puerta, pero la portera no los deja. Noquea a Mario y persigue a Clara. Clara aterrada se encierra en un cuarto y se escapa por la ventana. Baja dos pisos y se mete a otro apartamento. Ahí descubre que los famosos inquilinos son en realidad presos de la portera. Empieza a liberar a la mujer, pero la portera la atrapa y le da una descarga eléctrica que la deja fuera de combate. Cuando despierta la portera, que está superdeschavetada, le cuenta que quieren destruir el edificio porque está viejo y que ella les va a demostrar que tiene gente viviendo ahí. A trancazos la loca se lleva a Clara a su piso, ahí la encadena y le ordena que le prepare la cena a Mario, que es en realidad un maniquí con la cabeza vendada. Mario, por suerte, no está muerto y en una tensa pelea, logra liberar a su novia. Huyen. Llegan a la entrada y no tienen la llave. Mario regresa al piso a buscar la llave. Mientras tanto la chica del otro piso se libera, recupera a su bebé y se encuentra con Clara en la entrada. A partir de aquí la tensión se inrementa espantosamente. No parece que puedan escapar. La portera lanza a su perros a por ellas. Mario ayuda a escapar al otro tipo, el que tanto él como Clara piensan que es el marido de la chava, pero no lo es...¡es el hijo aún más loco, de la portera!

La película de Alex de la Iglesia, La Habitación del Niño (2006), es probablemente la mejor. Trata sobre una pareja con un bebé, que compra una casa vieja y la empieza a reparar. Un día consiguen un radio de esos para escuchar al bebé en su cuna y escuchan que el niño se ríe. Intrigados, continúan escuchando y de repente se oye una voz adulta y aterradora. Juan se asusta mucho, pero no hay nadie. Atribuyen los ruidos anormales a la chafez del radio y Juan compra una tele con cámara para ver en la oscuridad. Una noche Juan se despierta y ve en el monitor, que junto al bebé hay alguien. Va de volada al cuarto, pero no hay nadie. En otra ocasión vuelve a oír ruidos y toma un cuchillo, pero es sólo Sonia con el bebé. La pareja empieza a tener discusiones, Juan está obsesionado con la presencia misteriosa, Sonia decide irse a casa de sus papás. A través del monitor de la tele del bebé Juan empieza a ver cosas que no hay en la casa. Compra más monitores y coloca cámaras por toda la casa. Un día ve una persona ensangrentada arrastrandose hasta la cocina. También ve que la casa está amueblada de otra época y descubre que hay una puerta que no existe en su casa. Abre la puerta a través del monitor, y entra a una especie de dimesión alterna en donde hay un asesinato y es él el asesino. ¿Es el futuro o el pasado? Un experto en lo paranormal le dice que es otra realidad y que hay que tener cuidado en no mezclarlas porque así como él pudo entrar algo o alguien puede salir. Entre la fascinación del descubrimiento, la historia vaga del lugar y su caos familiar, Juan, entiende que la solución es poner las cosas como estaban al principio. Se deshace de los monitores. Sonia regresa y aparentemente todo vuelve a la normalidad. Pero, puede que ya sea demasiado tarde.

Esa idea de ver a través de los monitores ocurre un poco con la cámara infrarroja en REC 2, pero la idea está padre y funciona muy bien en la historia. El mero final es de esperarse, pero es la película más redonda de todas. En la de "Entrar a Vivir" es que me molestó un pelín como se deschaveta la portera al final; sólo le faltó risa ñacañaca.

Para terminar sólo quiero decir que estuvo bien verlas y que me gustó la mano con el ojo en los créditos iniciales.
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.