domingo, 28 de febrero de 2016

Brooklyn

Eilis (Saoirse Ronan) es una chica irlandesa que, con el apoyo de su hermana mayor y un sacerdote amigo, emigra a Brooklyn, en busca de una vida mejor.
Vive en una pensión con otras chicas, trabaja como vendedora y por las noches va a la escuela porque quiere ser contadora.
Como es comprensible, le pega la nostalgia y pasa unos momentos tristes y oscuros, hasta que, en un baile, conoce a un chico de origen italiano, Tony, guapo, lindo y muy simpático, y su vida se ilumina. Cambia su actitud, se vuelve más segura y se empieza a adaptar a este nuevo mundo. 

Un día recibe la triste noticia de la muerte de su hermana. Regresa a Irlanda para pasar un tiempo con su mamá y el regreso a casa, a sus raíces, con su familia y sus amigos, la hacen olvidar un poco lo que dejó atrás. Conoce a otro chico, Jim (Domhnall Gleeson), más frío y elegante, que le da la posibilidad de quedarse en casa y tener una buena vida cerca de su madre. 
Nadie ahí sabe que antes de dejar Brooklyn se casó en secreto con Tony, pero después de ser confrontada por la arpía del pueblo, le cae el veinte, le cuenta a su madre y regresa a Brooklyn con Tony.

Se supone que es una peli super romántica y una hermosa historia, pero a mi me pareció sosa. Le falta punch. Estoy segura que hasta para los más románticos y cursis, esto no tiene suficiente melcocha.

Prefiero a Tony, pero no es que mi corazón haga tún tún. La química entre ellos está bien y Saoirse Ronan lleva muy bien el peso de la película, pero como que todo es muy fácil, todo es muy lindo y rosa. Rápido tiene trabajo y encuentra gente buena que le pagan la escuela. Nadie le toma el pelo, no parece sufrir un gran choque cultural, a la primera aparece el chico lindo. No esperaba que fuera más oscura o dramática como la de La Inmigrante, pero si esperaba una historia de amor más apasionada, más intensa.

Ya se, un problema es que este género no es lo mío, pero de vez en cuando aparece esa súper historia de amor de suspiro que trasciende...y no es Brooklyn.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mi gran noche

¡OMG, pero qué desastre! 
El desmadre dentro del desastre. Un caos sin sentido, sin fin. Una vaga idea y un desperdicio, un desperdicio de situaciones, de reparto, de diversión. 
No es que sea una idea potencialmente brillante, pero sí que podría haber estado muy divertida. 
Creo que a Álex de la Iglesia le hubiera caído bien una ayudadita de Robert Altman para manejar correctamente tantos diálogos, tanta gente, tantas historias. 
Ahí está el lenguaje, el absurdo, lo ridículo, pero se le escapa de las manos.

El humor negro característico de sus películas se queda como en gris pálido. Y los pasteles del pastelazo no volaron muy lejos y se estrellaron en el piso.
No es que sea aburrida, es que no se entiende por qué existe.

Con un enorme reparto de conocidos para los que ven Antena 3, Álex de la Iglesia armó una película sobre la producción de un programa festivo para dar la bienvenida al 2016 (un programa que se está filmando en octubre). Las estrellas serán, la súper joven estrella del momento Adanne (un Mario Casas, afeado y amensado) y Alphonso (Raphael haciéndola de una caricatura de Raphael y cantando sus canciones). Alrededor de ellos hay un montón de historias, los extras completamente aburridos con la chamba, los anfitriones en constante pulla, la producción resolviendo problemas dentro y fuera del estudio, un intento de asesinato, una manifestación de trabajadores, accidentes, traiciones, y unos cuantos gags divertirijillos, pero nada desatados. Lástima.
Y luego algo súper raro: cuando Adanne/Mario Casas sale a cantar su gran hit llamado Bombero y es la canción Torero de Chayanne, en versión chafa y cachonda. Se me hizo rara esta escena porque ¿por qué esa canción que ni está de moda? porque ¿rima con bombero? O.O
Cuando primero supe de esta película pensé que tal vez era una especie de homenaje a Raphael, pero tampoco es eso porque sólo salen dos canciones.

En fin, nada recomendable. Creo que descansaré de Álex de la Iglesia, y no veré nunca más el Día de la Bestia para quedarme con el buen recuerdo de lo mucho que me gustó. 

lunes, 1 de febrero de 2016

A room for Romeo Brass

No cabe duda de que Shane Meadows sabe cómo dirigir chavitos y no cabe duda de que sabe contar historias sobre ellos que no son ni dramones ni superficiales. Logra actuaciones naturales y relajadas, con personajes creíbles y simpáticos.

Esta es una de sus primeras películas, y es además, la primera película de Paddy Considine y está genial.

Romeo y Gavin son tienen doce años y son mejores amigos y vecinos. Cuando Romeo tiene problemas en casa se refugia en la de Gavin, cuya familia es más estable. Son inseparables, se echan la mano, se defienden y se apoyan.
Un día aparece en sus vidas Morell (Considine), un chico mayor, súper raro y algo estúpido (aunque no para ellos) que está colado por la hermana de Romeo y para ganar puntos se junta con ellos. Poco a poco la amistad entre los dos chicos se debilita y Romeo empieza a pasar más tiempo con Morell, que se convierte en una especie de hermano mayor, una defensa contra el padre recién aparecido.
Romeo se olvida de Gavin, de su cirugía de la espalda, y no lo va a visitar en todos los días de su recuperación. Cuando la hermana de Romeo le deja claro a Morell que no quiere nada con él, este pierde un poco la cabeza y se vuelve más violento. Romeo no sabe como zafarse del asunto, y las cosas se complican hasta que las dos familias se ven involucradas y acaban deshaciéndose de Morell (no lo matan no crean, nada más lo corren).

Esta película me gustó mucho. Una historia sencilla con buenos personajes. Una historia sobra la amistad, la fmailia, sobre segundas oportunidades, pero con un tono que la salva de la cursilería.

Shane Meadows es un director al que hay que seguir.
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