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domingo, 3 de enero de 2016

The Wolfpack

Un día, caminando por Manhattan, la directora novel Crystal Moselle, se topó con los hermanos Angulo. Seis chicos bastante peculiares, con el pelo larguísimo y gafas oscuras. Cuando conoció su historia quedó fascinada y decidió hacer una película al respecto, que por cierto, ganó en Sundance al mejor documental.

Los hermanos Angulo, Mukunda, Narayana, Govinda, Bhagavan, Krisna, and Jagadesh, y su hermana Visnu, fueron criados en un departamento en el Lower East Side de Manhattan. Fueron educados en casa por su mamá y controlados por el papá. Casi nunca salieron de ahí. Uno de ellos recuerda que un año no salieron nunca, otro, una vez. 
Su acceso al mundo provino de las películas. Recuerdan que en algún momento llegaron a tener más de 2,000 títulos. Todos son unos entusiastas del cine y como entretenimiento empezaron a recrear sus películas favoritas tal cual. Copiaban los diálogos, hacían los disfraces con material reciclado y convertían su casa en todo un set de filmación; con música y efectos especiales también.

Un día entró la policía al departamento, rompieron la puerta, esposaron a la mamá, pues tenían información de que había armas en la casa (la razón de ese conocimiento no fue aclarada). La policía encontró todos los props de las películas, incluidos todo tipo de armas de cartón y después de pedir disculpas por el asunto los felicitaron porque estaban muy bien hechas.

La razón de que vivieran encerrados toda su vida, según el padre, era porque no quería exponerlos a las drogas, a la violencia y a los malvivientes de la zona. Pero fuera de las películas, su vida estaba lejos de ser ideal. El padre no trabajaba, tomaba mucho, tenía estrictas reglas, aisló a la madre de su familia, etc. Y lo inevitable pasó. Uno de ellos, se salió sin permiso. Esto tuvo consecuencias de todo tipo, pero la mejor fue que los demás se animaron y también salieron y el padre no pudo hacer nada por evitarlo.

Ahora los mayores no viven en casa y poco a poco todos están empezando a conocer el mundo a su manera. Les es difícil y extraño, pero ahí la llevan.

No es el morbo o el drama de saber que todos estos chicos vivieron encerrados por tantos años. No es ese tipo de película. Tampoco es exactamente el hecho de que recrearan películas, aunque estas escenas son buenas, sino ellos mismos. Los hermanos Angulo, a pesar de todo, o gracias a esto, son unos chicos interesantes, que se saben expresar, son abiertos frente a la cámara (tal vez por haber actuado en tantas películas), y salen al mundo con curiosidad, más que con temor, con ganas de aprender, más que con desconfianza. Lo que hizo el papá no estuvo bien, todos lo saben (varios no le hablan ya), hasta él mismo parece saberlo, pero afortunadamente, por lo menos hasta donde sabemos, parece que serán capaces de salir adelante bien.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Me and Earl and the dying girl

Lo intento, pero no puedo evitar comparar esta película con la de The fault in our stars. Esta tiene todo lo que a la de las estrellas le faltó, o más bien no tiene lo que la otra tiene en exceso: cursilidad, ñoñez, emotividad forzada. No son del todo iguales, la otra es más sobre el amor y esta es sobre la amistad y sobre crecer y sobre aceptarte como eres.

Esta es más espontánea y listilla, la otra me da la impresión de que está diseñada para hacer soltar lágrimas y suspiros. 
Esta me encantó, la otra no. 

Me, es Greg, un chico abusado, chistoso, ingenioso, que se las ha arreglado para no pertenecer a ninguna tribu de la escuela y al mismo pertenecer un poco a todas, para que lo dejen en paz y no lo buléen porque está muy consciente de que tiene potencial de buleabilidad. 
Earl es su mejor amigo, aunque Greg dice que es su socio nada más. Es su socio porque llevan años haciendo películas caseras juntos. Gracias al papá de Greg que los interesó en el cine Greg y Earl han hecho sus propias versiones de los clásicos. Los resultados, o lo que vemos de ellos, son geniales. Este asunto de las películas es una de las partes que más me ha entusiasmado de la película.

The dying girl es Rachel, una vecina y compañera de escuela que tiene cáncer. No son amigos, pero la mamá de Greg lo obliga a visitarla y a pasar tiempo con ella. Con los días se hacen amigos, Rachel conoce a Earl y eventualmente le enseñan sus películas.

La amistad entre los tres, el tiempo que pasan juntos, las conversaciones entre ellos, están muy bien tratadas. Hay un muy buen balance entre el drama y la comedia. Los actores están muy bien y los secundarios, como el papá de Greg, la mamá de Rachel o el maestro de historia tiene muy buenos momentos.

A pesar de que la situación es dramática, el tono de la película le da un plus de emotividad/ojito remi mezclada con un buen sentido del humor.

martes, 25 de agosto de 2015

Cartel Land

Me parece que nunca había visto un documental tan cerca de casa, en tiempo y lugar. Escuchar esto en las noticias día a día se hace de repente confuso. Y aquí la cronología es bastante clara.

Es bastante sorprendente lo cercanos que están los documentalistas a los personajes y a la acción y violencia de la historia. Y claro, también a los personajes mismos, tan abiertos a hablar claramente, sin tapujos. Hay escenas muy duras, muy impresionantes y tienen que ver con la gente narrando lo que les ha ocurrido. El inicio es un trancazo directo. El entierro de una familia recolectora de limón, masacrada en teoría porque el patrón tenía problemas y deudas con tal o cual grupo del crimen organizado.
La garganta se cierra y el estómago se hace bolas con la narración de la chava a la que le secuestraron el marido y a la que luego secuestraron.

La cámara no deja de ver, no pierde detalle, ni cuando tiene que salir corriendo porque empieza una balacera. 
La cámara sigue al líder de las autodefensas, el Doctor Mireles; lo escucha, muestra cómo se convirtió en líder, cómo empezó a limpiar pueblos, cómo la gente se le unió y finalmente cómo se le salieron las cosas de control y se convirtió, por manejos aquí y allá, en persona non grata, hasta llegar a la cárcel con acusaciones un tanto dudosas. El Doctor Mireles es carismático, fuerte, confiado, y se decidió actuar, ante la incapacidad del gobierno para intervenir en una situación muy violenta en Michoacán.

Por otro lado, de hecho, al otro lado de la frontera, tenemos a un tipo que no daba una en su vida, no encontraba trabajo, tenía problemas de alcohol o de drogas, o ambos y que decidió que el no encontrar trabajo se debía a que los inmigrantes se los habían quedado todos. Entonces se puso a vigilar la frontera para no dejarlos pasar. Según él, con el tiempo se dio cuenta que más grave que los inmigrantes eran los narcos que pasaban drogas; así que cambió de objetivo y empezó atrapar criminales. Se hizo de un grupillo de personas con la misma filosofía y a eso dedica su vida. 

El paralelismo entre las dos historias me causó un poco de choque porque no son comparables. En Michoacán surgieron las autodefensas, ante la inoperatividad gubernamental, para defender a sus familias, después de perder a tantos familiares. Es difícil de juzgar si hiceron bien o mal. La situación es desastrosa e hicieron lo que pudieron. Por un momento fueron heroicos, pero la realidad es que no les competía, como dice un señor al cuestionarlos "Ustedes no son la Ley", aunque la ley haya fallado, ellos no son la Ley, son personas comunes y corrientes, que por momentos no parecen muy distintas de los miembros de los cárteles. Es muy lamentable.

En el caso gringo, es realmente difícil de creer que el tipo cambió de parecer y alineó sus buenos sentimientos. A mí me suena más a que los disfraza de buenos, pues si en el camino puede deshacerse de unos cuantos inmigrantes (no en el sentido literal, espero), seguro lo hará. No es comparable la actitud o falta de actitud aquí o allá, porque no vemos nada sobre la guerra contra las drogas allá. Acá todos tenían una vida y asumieron ésta nueva por necesidad. El gringo como que no tenía nada que hacer y se inventó está cruzada.¿Y dónde está el gobierno? ¿A poco pueden actuar con total libertad? Eso se quedó medio cojo.
De hecho muchas cosas, unas tal vez por falta de investigación y otras porque no hay soluciones. No hay final feliz. Muchos de los miembros de los cárteles se hicieron autodefensas "arrepentidos" y luego cuando el gobierno finalmente decidió intervenir, se hicieron policías rurales...¡WTF!

Aún así la película es un "must" para enriquecer nuestra comprensión sobre este tema. Eso sí, no es para los débiles de corazón.
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