Milo y Maggie Dean no se han visto en diez años. Se reencuentran cuando Maggie vuela a Los Angeles porque le avisan que Milo, su hermano gemelo, ha intentado suicidarse. Maggie invita a Milo a pasar una temporada con ella y su marido al otro lado del país en Nyack, N.Y.
Esta es una de esas películas en las que los personajes están en crisis, no están satisfechos con sus vidas, no saben ni cómo llegaron a ese punto. Es una de esas películas indies en donde los personajes tienen la mirada perdida todo el tiempo. Milo es gay, acaba de sufrir un revés amoroso, se mudó a L.A. para se actor, pero no lo ha logrado y a cambio es mesero. Al llegar a su ciudad natal busca a un antigua maestro de la secun con el que tuvo una muy incorrecta relación. Maggie, que parece que escogió una vida más normal y estable, está casada con el peculiar y cantarín Lance, tiene un trabajo, no puede dejar de engañar a su marido y además no quiere tener hijos y se toma la píldora a escondidas. Los dos son un desastre, conforme pasan los días y la incomodidad de no haberse hablado en tanto tiempo empieza a pasar, empiezan a reconocerse de nuevo, a platicar como cuando eran niños, y se dan cuenta de los mucho que se necesitan y se echaban de menos. Ambos confiesan sus errores, sus temores e íntimos secretos; se dicen duras verdades, se pelean, y es la reconexión de su relación lo que les permite ser honestos consigo mismos, con su realidad y con la aceptación de la misma y de cómo debe continuar su vida.
Me gusta meter películas en géneros y subgéneros (uno de mis guilty pleasures son las películas del subgénero "Al maestro con cariño"). Podría hacer un género cinematográfico llamado "Película Indie de Crisis de Gente Blanca". Más o menos todas son del estilo, con mejores o peores diálogos, con o sin escenas de osos vergonzosos, con actores mas o menos conocidos. Superando esto, debo decir que está está muy bien, y en gran parte se debe a las actuaciones de Bill Hader y Kristen Wiig. Tienen una súper química y se nota que están a gusto y que se conocen bien. Hay un par de escenas muy buenas entre los dos, la escena en el dentista y la escena en donde "cantan" la canción de "Nothing's gonna stop us now". No es nada más la actuación entre ellos, cada uno por separado creó personajes fuertes, profundos y comprensibles. Y seguro que todos entendemos gran parte de sus conflictos.
Es apenas la segunda película del director Craig Johnson, y vale la pena recordar su nombre para el futuro. Si sigue haciendo películas de este "género", las suyas pueden ser las que valga la pena ver.
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