Esta historia comienza con Trent (Steve Carell en plan padrastro mamonsón) preguntándole a Duncan qué calificación se daría en una escala del 1 al 10. Duncan no sabe qué contestar y Trent le dice que es como un 3. Esta conversación resume la relación entre los dos y en general el todo de la película.
Duncan es el típico adolescente de 14 años inseguro, nervioso, permanentemente incómodo e aislado, que no sabe si es mejor hablar o quedarse callado y siempre tiene la sensación de meter la pata. Vive con su mamá, Trent el novio de ésta y la hija de éste. Se siente completamente solo, no le cae bien el tipo, prefiere estar con su papá, pero se ve obligado a participar en el viaje familiar a la casa de verano de Trent.
Y lo que parecen unas vacaciones espantosas se convierten en una de esas historias de verano que cambian la vida.
Después de un inicio incómodo, de no saber qué hacer con los nuevos vecinos, con las antiguas amistades de Trent y su hija, Duncan encuentra un lugar para él, un parque acuático con gente extraña y divertida que lo acepta como es.
Poco a poco se va relajando, cambia su manera de moverse, de comportarse, es más seguro, y entre todos descubrimos a un chico divertido, inteligente, lindo. La amistad con Owen (Sam Rockwell), el administrador del parque, es muy importante y gracias a él, Duncan logra empezar a comunicarse con su mamá, con la chica que le gusta, y hasta con Trent.
Sus problemas no se han solucionado, pero ahora tiene una visión de las cosas distinta, más amplia, más madura.
The Way Way Back (Nat Faxon, Jim Rash, 2013) funciona porque tiene un buen guión, con situaciones emotivas y divertidas. Además destaca por el buen reparto, Steve Carell, Toni Collette (la mamá), Allison Janney, la ennervante vecina, Sam Rockwell, como el eterno adolescente/hombre sabio/mentor,
Amanda Peet, Maya Rudolph, Robb Corddry. Pero me parece que quien se lleva las palmas es Liam James, Duncan, que logra un papel convincente de inicio a fin.
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