domingo, 4 de enero de 2015

The Mule

Esta es la historia de Ray, un pobre diablo que se ve involucrado, casi sin querer en tráfico de drogas de Bangkok a Melbourne. Es la primera vez, no está convencido, pero los líos de dinero de su padrastro y la labia de su amigo de la infancia, Gav, no le dejan mucha opción. Gav trabaja para Pat, el capillo de la zona, pero es entre tonto y ambicioso y cuando va a comprar la droga en vez de medio kilo compra uno entero para empezar su propio negocio.
Como es de esperar, Ray se pone nervioso en el aeropuerto y lo pescan unos agentes federales. Según la ley tienen derecho a detenerlo sin arrestarlo por 7 días. Lo llevan a un hotel y en una especie de arresto domiciliario, esperan a que cague los veinte globitos de heroina que tiene dentro.
Ray se resiste a hablar y a soltar el contenido. 
Mientras los policías hacen lo posible por poner nervioso a Ray, Gav por un lado y Pat por el otro, están inquietos sobre lo que pueda hacer. Ninguno de los dos cree que no haya hablado. Gav se esconde en el mismo hotel con la esperanza de recuperar la droga y echar un ojo para ver que está pasando. Pat rápidamente lo encuentra, pues resulta que el socio de Gav, el padrastro de Ray, es muy blanducho y habla con facilidad. Pat le dice a Gav que tiene que matar a su amigo. Cuando Gav se cuela en la habitación de hotel con la intención de matar a Ray, se da cuenta de que él le ha sido leal y tiene toda la intención de aguantarse los siete días. No lo mata, pero habla con uno de los agentes que lo cuida y le dice que es un policía encubierto (cosa que es cierta) y que si dejan libre de cargos a Ray, él les dirá a quién tienen que pescar. Lo que nadie se espera es que ese policía en cuestión sea recorrupto y quiera hacer bisne con la droga. Mata a Gav. Ray lo ve todo y le cuenta al otro policía, que no le cree nadita. 

En el séptimo, en una escena asquerosísima, Ray se hace caca en la cama y suelta los globitos, ¡pero eso no es lo asqueroso! ¡se los vuelve a tragar!
Parece que Ray se va a librar, pero una orden del juez (y una lanita) les da a los polis tres días más.

Al décimo día, Ray suelta una bolsita y droga al guardia. Después echa el resto de las bolsitas, las lava, las esconde y se queda tan tranquilo.
El policía corrupto lo vuelve a amenazar de que quiere la droga, pero después de una última extensión de un día y medio, la policia no puede retenerlo más.  Ray acaba en el hospital, madreado por el policía. Este, frustrado destruye el cuarto de hotel y se da cuenta de que hay un micrófono escondido. Lo puso su compañero que al final decidió creerle a Ray. Antes de subir a la ambulancia Ray le da, como parte del trato, a la policía el nombre de Pat, pero ésta llega tarde pues el enlace con el jefe de las drogas tailandés lo mata.
Finalmente Ray se salva de acabar en la cárcel o asesinado por Pat.

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