Esta película es una de las que yo pondría en mi cajón de tesoros. No exactamente por lo que se ve sino por el objetivo. Se me hace agua la boca cuando muchos directores se reúnen con cortometrajes. Generalmente es una decepción, pero aún así, cuando sale una nueva película de cortometrajes, se me vuelve a hacer agua la boca.
Disfruté mucho con esto y cómo me gustaría ver la camarita en persona, y por qué no, filmar algo.
Con motivo del 100 aniversario del nacimiento del cine se hizo Lumière et Compagnie (1995). Aquí se reúnen un montón de directores (40) para hacer cada uno, un corto de 52 segundos, con la misma cámara con la que los hermanos Lumière hacían sus películas. ¡¿A poco no es esto de lo más emocionante?!
Motivo suficiente para entrar en mi cajón de tesoros.
Qué maravilloso juego, y si yo me emociono, imagino que filmar con esa cámara debe ser el sueño de todo director.
Y así como un juego lo tomaron estos directores. Se los ve divertidos, sonrientes, pasando un buen rato.
Y eso, ¡se los ve! Pocas veces tiene uno oportunidad de ver a un director (bueno los puede uno googlear, pero no es lo mismo). Qué raros, qué ajenos. Jamás pensé que Fernando Trueba fuera bizco, o que Zhang Yimou fuera así, y siempre me imaginé a Peter Greenaway más bizarro, pero no. Ah y qué simpático Jacques Rivette; me parece que no he visto nada de él, lo consideraré para un futuro maratón.
Casi se me pone el ojo remi cada vez que salen los directores y no se bien por qué porque no conozco a la mayoría, y los franceses, en particular se me revuelven todos en una enorme y única filmografía.
Bueno, el chiste es que estos 40 fueron invitados a participar y les hicieron tres preguntas y les impusieron unas cuantas reglas: la duración del corto, que el sonido no estuviera sincronizado con la imagen y sólo tres tomas. Les preguntaron que si el cine era mortal, que por qué filmaban y que por qué aceptaron filmar con esta cámara.
Los cortos están variados, unos muy logrados, otros no tanto, pero como dije al principio, es el hecho lo que vale la pena, no tanto el resultado. Me gustó y me resultó desconcertante el aspecto visual (blanco y negro, poca definición) en contraste con la modernidad. El primer corto es una recreación de "La llegada del tren". Igualito, pero con el tren moderno.
Las soluciones de sonido de algunos también estuvieron interesantes, Y bueno la música de toda la película me gustó mucho, no es lo más importante, pero creo que sirvió como los cubos de Knorr Suiza, para resaltar las cualidades de todo lo demás.
Mi favorito fue el de Claude Lelouche, una escena de amor que se filma igualita con el paso del tiempo, las cámaras, la moda, el equipo cambia, pero la escena permanece.
También me gustó el de John Boorman que filma mientras se filma "Michael Collins".
El de David Lynch, muy suyo, y que le guste a quien le guste David Lynch. Debo decir, eso sí, que fue de los más creativos y de los que más jugo le sacó a las limitadas opciones que tenía.
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