martes, 21 de abril de 2015

Timbuktu

La pacífica vida de un pueblo en la región de Timbuktu se ve interrumpida y alterada por un grupo de jihaidistas venidos de lejos con armas y un montón de nuevas reglas y prohibiciones.

Muchas de ellas son totalmente absurdas y supongo que sirven para demostrar quién manda. Los hombres deben usar sus pantalones sancones, las mujeres deben de estar completamente tapadas y usar guantes, no importa si es la pescadera que tiene que meter las manos en una cubeta con agua para sacar sus pescados. Todo tipo de música está prohibido, tocar un instrumento, cantar, bailar. El fútbol está prohibido. Conforme pasan los días aparecen nuevas prohibiciones. No se vale estar en la calle sin hacer nada, no se vale pajarear en la entrada de las casas.

El imán del pueblo, con calma y mucha sabiduría, trata de razonar con el líder de esta auto proclamada policía islámica. Que si por favor no entren a la mezquita armados, que la gente se está quejando por tanta regla, que no se vale que hayan tomado una chica a la fuerza para darla como esposa a uno de los soldados. Y el líder responde a todo esto con gran convicción, seguro de que el soldado merece a esa chica porque es un buen soldado, un gran creyente.

El director, Abderrahmane Sissako, va uniendo las diferentes historias con fluidez y sensatez. Es un gran drama, uno de esos que desespera, que lo hace a uno sentir mucha impotencia, por la injusticia, por lo absurdo, por la imposición, pero el tono con el que está narrado es un tono sereno, no falto de crítica, pero que trata de mostrar también la humanidad de los invasores. La humanidad no en el sentido de que se sientan mal por lo que hacen o porque decidan ayudar a alguien, sino en el sentido de que ni ellos entienden todas las reglas y muchas de esas cosas prohibidas son también parte de su vida. El fútbol está prohibido y sin embargo los soldados no pueden evitar discutir sobre quién es mejor si el Barcelona o el Madrid; uno de los jefes fuma a escondidas, a pesar de que todos saben. Estamos acostumbrados a que el malo sea súper malo y el bueno súper bueno, pero aquí no es tan fácil, y eso no justifica a los invasores, no los perdona tampoco, es sólo que, al igual que el chico soldado que no es capaz de creerse que dejó el rap porque era algo malo, esto jihaidistas bien podrían estar del otro lado.

Una de las historias principales es la de un pastor y su familia que viven plácidamente en el desierto. Un conflicto vecinal y la muerte de una de sus vacas desatan un drama esperado, con un final un tanto inesperado. La policía islámica es la autoridad encargada de aplicar la ley (por ningún lado vemos al gobierno o a la policía común y corriente, es extraño, tal vez se sometieron como el resto del pueblo), en la cárcel vemos mujeres que probablemente no estaban vestidas correctamente, en otra escena vemos a un par de adúlteros enterrados hasta el cuello y luego muertos a pedradas. El pastor asume la responsabilidad de su crimen y acepta que su destino esté en manos del perdón o no de la familia del pescador que mató. La posibilidad de salvarse pagando con una enorme cantidad de vacas está fuera de su alcance. 
Situaciones como esta le hacen a uno pensar que la historia ocurre en un pasado muy remoto, y es desconcertante cuando los personajes sacan su celular.

En toda la indignación y desesperación que me provoca una situación así, encuentro la película impresionante, porque además de la parte narrativa, está increíblemente bien hecha, con momentos visuales espectaculares y escenas muy bonitas y bien logradas, como la de los niños jugando fútbol, la de los músicos, y la de la familia del pastor pasando la tarde en su tienda. Son estas escenas las que reflejan el ánimo del pueblo, su forma de vivir, y tal vez gracias a estas entendemos que su sometimiento es un sometimiento desconcertado, no con miedo o ira, tampoco uno resignado.

El cartel de la película tiene una frase en donde Le Figaro le otorga su Palma de Oro. No he visto todas las otras competidoras, pero sí varias, incluida la ganadora. Y yo también se la daría a esta (en realidad se la daría a cualquier otra, menos a la ganadora), por la manera en que está filmada, por la manera en que está narrada, porque habla de un tema que le compete a todos y no es el de la religión, sino el de esta manía de meter las narices en la vida de los demás y además imponer ideas y reglas a otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.