lunes, 13 de abril de 2015

Cutie and the Boxer

Hace ya varios días que vi esta película y sin embargo no la he dejado olvidada por ahí. De repente se me aparece y pienso en ella. No es por que la historia me haya impactado o porque la obra de estos artistas me haya impresionado. Lo que se me quedó, que entiendo, comparto, admiro y envidio es la NECESIDAD de Ushio y Noriko Shinohara de hacer sus cosas, de trabajar y crear, pintar, hacer esculturas, pensar al respecto, vivir alrededor, sin importar el mundo exterior. Es impresionante la energía de Ushio/Boxer, la energía que tiene para vivir y pintar sus enormes lienzos con guantes de box llenos de pintura. Tiene 80 años y no lo parece, es infatigable. Su mujer, Cutie, veinte años más joven, también es artista. Una artista que batalla con el hecho de tener un marido reconocido que cree de alguna manera que el menor artista está al servicio del mayor, osea él. En un momento de la película Cutie empieza a trabajar en una serie de pinturas que ilustran la historia de su relación, de cuando ella lo conoció recién llegada de Japón y de cómo se enamoraron, cuanta los difícil que ha sido vivir con él, sus desmadres, sus dificultades económicas, el cuidado de su hijo Alex.
Hay una escena en la sala de exposición que Cutie está terminando, en que Ushio se acerca  a ver lo que ha estado haciendo su esposa. Él tiene la sala más grande, él, él, él y zas como que no se espera lo que ella ha estado preparando. -Estás celoso- le dice Cutie". -Sí, estoy celoso- le contesta él.

Con la naturalidad y comodidad que tienen frente a la cámara (puntos para el director Zachary Heinzerling. Esta es su primera película), entre videos caseros de fiestas y cortos sobre Ushio, los dos artistas hablan honestamente sobre su vida. Cutie está bastante cabreada con Ushio, por diversas razones, pero después de 40 años de matrimonio como que ha aceptado que así es la cosa, que él seguirá siendo una especie de niño egoísta y ella sigue enamorada de él. Cuando Ushio se va a Japón a vender unas esculturas y regresa con una cantidad muy menor al precio justo, ella le dice que las malvendió, pero él le dice que trajo dinero, dinero para la renta. Y ella no dice más, hay un poco de pena, un poco de enojo, pero no hay nada más que hacer.

Puede a uno gustarle o no el trabajo que hacen, puede uno sentir un poco de desesperación con la caótica forma de vida, con el tiradero en su departamento, pero cuando uno los ve trabajar juntos cada uno con sus cosas, en paz, ensimismados en su obra, uno entiende que eso es lo que los hace vivir, los que los llena. O de una manera más dura, como dice Ushio "Art is a demon which can take over your life".
Una escena que me pareció muy interesante es cuando Noriko visita el estudio de Alex, que también es pintor. Alex le va enseñando sus pinturas y los dos las ven con atención, no hay mucho diálogo, unas les gustan más que otras, pero lo que hay es una real observación del trabajo, de dos personas que están en la misma línea, que entienden lo que significa crear algo y hablan desde ese plano.

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