Después de ver esta película, no puedo evitar recordar las de Robert Altman, como aquella de la boda o la del programa de radio o la del desfile de modas, llenas de actores y diálogos en situaciones divertidas y muy activas. Por favor no se me echen encima si se sienten ofendidos ante la comparación.
Tercera Llamada (Francisco Franco, 2013) es algo así. Un grupo de teatro prepara la puesta en escena de Calígula, una obra de Albert Camus. A Isa, la directora, no le acaba de cuajar, entra en crisis y eso la mete en líos con la productora Geo (Anabel Ferreira), con el insoportable escenógrafo y con su protagonista.
El tiempo apremia, el reparto se desespera, la producción también, cuando a Isa se le ocurre la idea de llamar a una chica (Irene Azuela) para hacerla de Calígula. La vida dentro y fuera del escenario continúa, a ritmo acelerado, entre celos, inseguridades, conflictos personales, extrañas persecuciones, ñiqui ñiqui tras bambalinas, alcoholes y mucha mota.
Con un inteligente y divertido guión de Franco y la actriz María Renée Prudencio, el estupendo reparto se luce. Se les siente cómodos y relajados, confiados en el proyecto y en total sintonía. No sé a quién disfruté más, a Anabel Ferreira como la super bitch y constantemente peda productora, a Rebecca Jones como la celosa e intensa primera actriz a la que le recortan gran parte de sus diálogos, o a la asistonta Mariana Treviño, que está chistosisima y tiene una súper escena cuando canta una canción del musical Hair.
Isa/Karina Gidi y Julia/Irene Azuela, también están muy bien, pero en plan más dramático.
Además de ellas salen Cecilia Suárez, Fernando Luján, Eduardo España, Silvia Pinal,Víctor el de La Academia y varios más que me brincaré porque ya son muchos nombres.
Creo que una de las razones por las que se me antojó ver esta película fue el enterarme de que el reparto femenino se ganó el premio de mejor actriz en el festival de Guadalajara.
Hay muchas pequeñas historias dentro de la historia. Algunas de ellas se quedan cortas, algunas son cortas, pero necesarias, y la de Nacho y los Emos que lo persiguen, no está lograda. Las subhistorias en las películas de Altman funcionaban de maravilla, tal vez por eso sus películas duraban tanto. Tercera Llamada está tan entretenida que no me hubieran molestado unos veinte minutines extra para completar y cerrar bien todas las historias.
He leído en algunos lados que esta película habla sobre el amor al teatro, sobre lo difícil que es preparar y estrenar una obra, pero para mí trata más bien sobre el proceso creativo en general, sobre lo difícil que puede ser, sobre obsesionarse con un proyecto y no poder concentrarse en nada más hasta terminarlo; sobre la falta de confianza y la dificultad de tomar decisiones, la angustiante sensación de que las cosas no funcionan o la euforia y el alivio cuando sí.