Una agente de la CIA es acusada de ser una espía rusa. La agente huye, pero no para demostrar su inocencia como ocurre en la mayoría de las películas de este tipo. Esta agente huye porque intuye (no queda claro cómo, aunque las intuiciones suelen ser oscuras e inexplicables) que su esposo está en peligro. Luego resulta que sí que es espía rusa (yo estaba segura que ser espía ruso en el cine ya era algo pasado de moda), de esas que entrenan cuando son niños y luego integran a la sociedad y no saben que son, hasta que algo o alguien los despierta. En otras películas y programas, estos espías tienen conflictos y en realidad son buenos y terminan no siendo espías malvados, pero aquí, la única motivación de Salt es encontrar a su esposo. No le intresan los gobiernos, sus políticas, el dinero o el control del mundo. Sólo el maridin, y es difícil de explicar, porque está lejos de parecerse a Brad Pitt. No tiene el menor chiste ni importancia, no hay nada de química y no es creíble que Angelina Jolie se haya enamorado de ese tipo. Y ya que esa es la motivación principal del personaje, resulta bastante irritante y hace aún más tediosa la película. Que si hasta ahora no he dejado claro, es mala.
La Agente Salt (Phillip Noyce, 2010) está muy mal contada, con escenas de acción y diálogos de lo más comunes, y Angelina Jolie no está bien aprovechada. Eso de ponerle tres "looks" distintos, dos cortes de cabello, sombreros exóticos, ojos de distinto color y dientes falsos, no es aprovecharla. A mí sí me gustó de Lara Croft (claro que no soy fan del juego, ni nada), y aunque Wanted no me gustó mucho, creo que ella sí puede ser una buena actriz de acción. Y además de todo, está completamente inexpresiva, no sé si porque es espía rusa o porque estaba aburrida. Me pregunto qué la habrá motivado a hacer esta peli. La paga, me imagino, porque no parece haber nada más. Yo que ella, me hubiera quedado a cuidar a mi montón de hijos que a perder el tiempo con esto.
La historia es escasa y poco original, la acción, los balazos y las patadas, son muy irregulares. Y está llena de pequeños detalles de esos que lo hacen a uno romper la regla de no hablar en el cine. Como el asunto de la mochila con perrito y la mochila sin perrito. Esta mochila en cuestión es una que tiene preparada para cualquier contingencia, está llena de armas y cosas útiles para una graciosa huída, entre las cosas que contiene es un frasco con arañas. ¿Será que cada día las saca a que tomen el sol y las guarda de nuevo? ¿Será que las tomó en el momento pensando que le podían ser útiles? ¿O acaso las arañas formaban parte del plan inicial? Mmh, tal vez las compró de pasada en una tienda y no nos enseñaron ese detalle sin importancia.
Y de risa resulta el encuentro final entre los dos protagonistas. Toda esa escena final en el búnker presidencial es realmente mala. La manera en que Salt baja al búnker, el diálogo a través del vidrio de un ladrillo de ancho, la apertura de la puerta rompiendo la pared, las pistolas voladoras, las miradas asesinas. Y si así es la seguridad del búnker de la Casa Blanca, yo que ellos, lo reforzaba de inmediato.
La vuelta de tuerca apesta y el Presidente de los Estados Unidos, es uno de los más malos en la historia del cine, pero no malos de malévolos sino de chafas.
Ocurre con frecuencia en películas de acción, que no importa mucho que no sean tan buenas porque las patadas y los balazos valen la pena, o el protagonista es un buenazo en las artes marciales y ya eso en sí es un buen show. Aquí, tristemente, la Agente Salt, no es interesante, no amerita segundas partes, y no es el equivalente femenino a Jason Bourne. A nadie le importa quién es Salt.
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