miércoles, 2 de enero de 2019

Bird box

Es inevitable pensar en "A quiet place" al ver esta película, pues en ambas "algo" alienígena, hostil y vago ha mermado a la humanidad. En la del quiet place los bichos había que estar calladito para que los bichos no te detectaran. En esta hay que taparse los ojos porque los bichos son un algo invisible que si te pesca la mirada te dan unas ganas incontenibles de suicidarte. Nunca se sabe qué son o de qué están hechos o cuál es la motivación de que te mates. Son como unos invasores que aplican la ley del menor esfuerzo, osea qué flojera la escabechina, mejor que cada quien se las arregle por su cuenta. Una invasión así nomás, invisible y sin explicaciones (digo, porque yo he asumido que son aliens hostiles, capaz que es un error humano o los chinos con una tecnología súper acá que han decidido hacer un poquillo más de espacio en el planeta que les estaba quedando chico), eso todavía lo compro, pero lo que ya no tanto es que además los cosos esos te hablen como si fueran un querido pariente muerto, que te hablen con tu nombre como si te conocieran, ¿es que además de todo, leen la mente? Y además te controlan también a través de una cámara de vigilancia. Creo que eso fue too much.

Y ahí está la pobre Sandra Bullock, embarazada y dudosa de querer ser madre (ah porque esto no va sólo de sobrevivir así como así, es también el proceso por el que pasa nuestra protagonista para al final llegar a la aceptación de que es y quiere ser mamá, súper profundo, pero disfrazado de thriller para que no de tanta flojera), cuando se desata la locura, su hermana se deja apachurrar por un coche, y ella acaba refugiada en una casa con un grupo de extraños de humores y colores varios. Y como los perritos, van muriendo. 

Este inicio, con esas muertes sorpresivas, los choques, las explosiones, el caos y la confusión, es bastante shockeante, me parece que está bien logrado. En general la acción y la tensión están bien. Una escena muy estresante es cuando Malorie baja de la lancha para buscar abrigos en una construcción aparentemente abandonada y, a pesar de las advertencias, la niñita se baja de la lancha y empieza a caminar hacia el bosque. 

No me encantó esa parte en donde el ataque se hace "personal" con los seres llamándolos por su nombre, o la parte vaga de que los del manicomnio no se tapan los ojos, no se suicidan y se hacen cómplices de los atacantes, o que las misteriosas voces los incitan a ver. 

Está contada en dos tiempos, el pasado que es ese en donde vive con los refugiados y su embarazo avanza. Y el presente, en donde viaja por un río con sus dos niños, han escuchado por radio de un lugar al final del río en donde estarán seguros y protegidos. Es un viaje largo y peligroso, afortunadamente por el tipo de historia y gracias a nuestra vasta experiencia en este género, sabemos que como hay niñitos, todo va a salir bien, o medianamente bien, pues es el fin del mundo prácticamente.

Miren, no está súper, ni nada, la historia está flojona, pero la acción no está mal, osea, está entretenida.

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