Ralph el Demoledor está cansado de ser el villano en el videojuego donde trabaja. Está cansado de que Fix-It Felix sea el héroe al que todos acuden. Ralph no se siente tan malo, cree que es un buen tipo y sólo quiere tener amigos y vivir en el pent-house en vez de en el basurero de ladrillos. Tiene tantos conflictos que acude a terapia de grupo con villanos de otros videojuegos, que le dicen que no hay nada que hacer, que tiene que aceptar su papel de malo.
Pero Ralph quiere ser un héroe, y ante la promesa de que si llega con una medalla de héroe, los "nicelanders" lo aceptarán y no le temerán, Ralph se embarca en una aventura que, sin él saberlo, generará el temor y el caos en muchos de los videojuegos del arcade. Y es que, si Ralph deja su juego, éste dejará de funcionar, y la maquinita será retirada del arcade, dejando a Felix y a los nicelanders fuera de la jugada. La cosa se complica cuando al conseguir su medalla en otro juego y escapar en una nave para salirse con la suya, un virus alienígena del juego se escapa con él y empieza a contaminar el siguiente mundo al que llega Ralph. Este virus podría contaminar el resto de los videojuegos, así que la heroína de Hero´s Duty, Calhoun, junto con Felix que busca a Ralph, se adentran al melosísimo y colorido mundo de Sugar Rush en donde se estrelló la nave con Ralph y el alien. Aquí todos tienen muchas aventuras, Ralph pierde su medalla a manos de una traviesa niña llamada Vanellope, Felix es atrapado y encarcelado en el castillo del Rey Dulce, y Calhoun se encuentra con que el alien se ha reproducido deliciosamente en el nuevo mundo.
Obvio, después de mucha acción, lecciones de amor y amistad, aceptación de uno mismo, generación de auto confianza y seguridad, la historia tiene un final felicísimo, como es de esperarse en una película de Disney.
A mí, Wreck-It Ralph (Rich Moore, 2012), me decepcionó más de lo usual. Esperaba más temática de videojuego, más presencia de personajes como daban a entender en el tráiler, sólo que lo del tráiler es lo único que sale. Los carteles también son tramposones porque ponen a Sonic, a Qbert, a los de Street Fighter, como si fueran personajes secundarios o sidekicks de Ralph, y son más bien extras.
Esperaba que jugaran más con el lenguaje de los videojuegos. Me gustó la idea del mundo detrás de las maquinitas, de la vida de los personajes cuando se cierra el arcade y del temor de que uno u otro juego desaparezcan. Me gustó el conflicto de Ralph, sus terapias con los otros malos. Pero no me gustó mucho cómo se distrae la historia principal con la presencia de Vanellope y sus propios problemas. La película se estanca en esa aventura; que si esto fuera una serie de tele, estaría bien como un capítulo en la vida de Ralph, pero nada más, aquí es excesivo y un poco cansado. Pero claro, aquí aparecen un montón de marcas patrocinadoras, supongo que eso gana espacio en la historia.
Confieso que un gran problema en Sugar Rush, además de que me empalagué, tiene que ver con la voz en español de Vanellope. ¡Estuvo horrible! Muy distractora. Al principio, como la niña no hablaba mucho no había problema, pero en cuanto aumentó su participación, me empezó a chocar algo, y ¡zas! que resulta que nos estaba hablando la Chilindrina. ¡Qué espantosidad! En primera es la voz de una viejita y en segunda ya no le da para mucho y menos para las necesidades expresivas de un personaje infantil.
En fin, una película bastante intrascendente. No encuentro nada que la destaque, ni en la historia, ni en la animación, ni en el mensaje. En la mayoría de las películas de Disney los personajes secundarios son muy destacables y en general más padres que los principales, aquí ni eso.
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