¿Qué hago conmigo? ¿Cómo me contengo para no ver más las películas de Álex de la Iglesia? Caigo, caigo, me decepcionan, se quedan cortas y desperdiciadas historias y situaciones que podían haber sido tronchantes. Desaprovecha actores y personajes. Le falla el "timing comédico", exagera, pero no en plan desatado sino en plan jalado y sus historias podían haber acabado varios minutos antes.
Esta nueva, El Bar, es del tipo de películas contenidas en un sólo espacio, con un montón de actores, por lo que se requiere mucho de ellos, un guion con buenos diálogos, y sorpresas que lo tengan a uno enganchado.
Una mañana común y corriente, una variada serie de personajes se ve sorprendida y atrapada en un bar. En unos segundos la calle de se vacía y no se oye ni un ruido. Un par de estos personajes sale y son asesinados por lo que parece ser un francotirador. En el interior pasan las horas, no tienen señal, las noticias de la tele no dicen nada de lo que está pasando, nadie se da cuenta cuando los dos asesinados desaparecen de la calle. El problema está dentro del bar. Alguno de ellos debe ser un terrorista o un criminal. Empiezan las sospechas. Que si el tipo hipster trae una mochila sospechosa, que si el portafolio del vendedor de sostenes, que la pistola del ex policía. Y entonces, del baño sale un tipo muy enfermo que muere en medio del salón. Él es la razón de todo el borlote. Está infectado de algo que los del exterior, osea el Gobierno, quiere eliminar lo antes posible. Hay una ruptura en el grupo (que no es que haya estado muy unido), los que no han tocado al tipo enfermo, y los que sí. Estos últimos, apestados, son expulsados al sótano, junto con el cadáver. Una explosión, pasos, silencio. Los de abajo suben y se encuentran con un bar incendiado, por la ventana alcanzan a ver las bolsas negras con los tres personajes que los obligaron a bajar al sótano. No hay escapatoria. O tal vez sí. Encuentran que con el cadáver hay varias dosis de la cura. Como es de esperar, no alcanza para todos. Comienza la rebatinga. A nadie se le ocurre pensar que los de afuera no se van a detener a escuchar que no están infectados y se los van a escabechar a la primera que los vean salir.
La única salida es una alcantarilla que está en el sótano. Uno a uno, con más o menos trabajo, bajan y siguen peleando por la cura, y como los perritos, cada vez quedan menos. Al final sólo una sobrevive. Pero la verdad es que a estas alturas no nos importa y nos hubiera gustado más que nadie sobreviviera.
No es un ejercicio sencillo mantener la tensión de este tipo de historia, pero si hay una buena historia, una historia que sabe terminar bien, no necesita cambiar de escenario a las aventuras en el caño para despertar el interés. Si se tiene a una actriz como Terele Pávez que es fantástica, extraña y aterradora a la vez no se la desaparece a la media hora, se la explota al máximo. ¿Qué sentido tenía disfrazar a Mario Casas con esas gafas y esa barba que le matan lo guapetón? ¿Por qué no aprovechar más a todos los personajes y la aterradora sensación de abandono, de peligro, de no saber nada del exterior, en vez de dedicarle tanto tiempo al loco alcohólico que se deschaveta aún más y desvía por completo el primer sentido de la historia?
Como me pasa después de verlas, tenía potencial, la sinopsis parecía divertida, hay un par de cosas chistosas, y en conclusión, un desperdicio de talentos.
Esta nueva, El Bar, es del tipo de películas contenidas en un sólo espacio, con un montón de actores, por lo que se requiere mucho de ellos, un guion con buenos diálogos, y sorpresas que lo tengan a uno enganchado.
Una mañana común y corriente, una variada serie de personajes se ve sorprendida y atrapada en un bar. En unos segundos la calle de se vacía y no se oye ni un ruido. Un par de estos personajes sale y son asesinados por lo que parece ser un francotirador. En el interior pasan las horas, no tienen señal, las noticias de la tele no dicen nada de lo que está pasando, nadie se da cuenta cuando los dos asesinados desaparecen de la calle. El problema está dentro del bar. Alguno de ellos debe ser un terrorista o un criminal. Empiezan las sospechas. Que si el tipo hipster trae una mochila sospechosa, que si el portafolio del vendedor de sostenes, que la pistola del ex policía. Y entonces, del baño sale un tipo muy enfermo que muere en medio del salón. Él es la razón de todo el borlote. Está infectado de algo que los del exterior, osea el Gobierno, quiere eliminar lo antes posible. Hay una ruptura en el grupo (que no es que haya estado muy unido), los que no han tocado al tipo enfermo, y los que sí. Estos últimos, apestados, son expulsados al sótano, junto con el cadáver. Una explosión, pasos, silencio. Los de abajo suben y se encuentran con un bar incendiado, por la ventana alcanzan a ver las bolsas negras con los tres personajes que los obligaron a bajar al sótano. No hay escapatoria. O tal vez sí. Encuentran que con el cadáver hay varias dosis de la cura. Como es de esperar, no alcanza para todos. Comienza la rebatinga. A nadie se le ocurre pensar que los de afuera no se van a detener a escuchar que no están infectados y se los van a escabechar a la primera que los vean salir.
La única salida es una alcantarilla que está en el sótano. Uno a uno, con más o menos trabajo, bajan y siguen peleando por la cura, y como los perritos, cada vez quedan menos. Al final sólo una sobrevive. Pero la verdad es que a estas alturas no nos importa y nos hubiera gustado más que nadie sobreviviera.
No es un ejercicio sencillo mantener la tensión de este tipo de historia, pero si hay una buena historia, una historia que sabe terminar bien, no necesita cambiar de escenario a las aventuras en el caño para despertar el interés. Si se tiene a una actriz como Terele Pávez que es fantástica, extraña y aterradora a la vez no se la desaparece a la media hora, se la explota al máximo. ¿Qué sentido tenía disfrazar a Mario Casas con esas gafas y esa barba que le matan lo guapetón? ¿Por qué no aprovechar más a todos los personajes y la aterradora sensación de abandono, de peligro, de no saber nada del exterior, en vez de dedicarle tanto tiempo al loco alcohólico que se deschaveta aún más y desvía por completo el primer sentido de la historia?
Como me pasa después de verlas, tenía potencial, la sinopsis parecía divertida, hay un par de cosas chistosas, y en conclusión, un desperdicio de talentos.
Tienes tanta razón, aunque la verdad yo no pude terminar de verla me cansó :(
ResponderEliminarNo la veré pero la sinopsis está muy buena :)
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