jueves, 28 de junio de 2018

A quiet place

John Krasinski (Jim, el de The Office), escribe, actúa, dirige y produce esta película de terror, en la que puso a actuar también a su esposa Emily Blunt. 
No me interesé mucho por ella cuando la estrenaron en el cine, pero después empecé a escuchar podcasts en donde hablaban bien de ella y me llamó la atención, así que la vi.

La historia va sobre una familia (papá, mamá, hija, hijo, hijito) que vive en una granja y que lleva más de un año sobreviviendo a una catástrofe mundial. No hay muchos detalles al respecto, pero la cosa es que unos bichos alienígenos, muy fuertes y súper depredadores, han mermado drásticamente a la población. No se sabe gran cosa de ellos, más que están ciegos y la clave para sobrevivir es no hacer ruido. Por lo que la familia medio se habla con señas. Tienen un montón de trucos para no hacer ruido, unos tienen sentido, otros no. Por ejemplo, caminan descalzos a todas partes, pero yo pienso que por el campito en tenis tampoco se ha de hacer mucho ruido. Las posibles ramitas que se quiebren, se quebraran igual con o sin zapatos. Otra cosa muy complicada que tienen es que el papá ha hecho caminos de arena por todas partes y en vez de pisar el pasto o la tierra pisan la arena. Pero... ¿de dónde sacan tanta? ¡hasta al pueblo han hecho un caminito! Me parece un gasto de energía un poco inútil.

Uno pensaría rápidamente en que lo primero es hacer un refugio en lo profundo, bien aislado para poder hacer ruido a gusto. La familia esta tiene un par de sótanos y no se comprende por qué no están adaptados. De hecho cualquier cosa relacionada a su vivienda es incomprensible. No viven en su casa, supongo que para estar todos juntitos, así que se han mudado al sótano del granero, pero no está bien aislado. Sólo hasta el mero final en que los papás bajan con el nuevo bebé y ponen un colchón en la entrada hablan. ¿Por qué no hicieron eso desde el principio? y ¿a poco un simple colchón evita que el súper oído de los bichos los detecte?

En vez de enseñarnos un poco de su vida cotidiana y sus habilidades de supervivencia, de tal vez, los intentos de poner trampas y escabecharse a los bichos, sufrimos el drama de la pérdida del hijo más pequeño, al que no vigilaron bien e hizo un ruido. Sufrimos el drama de la hija mayor pre adolescente, sorda y no muy buena actriz, que se culpa por lo del hermanito y jura que el papá no la quiere y osea, que hueva porque hay cosas más interesantes que se podrían haber tratado y conforme avanza la historia nos damos de bruces con más y más absurdos y pérdidas de tiempo. Nos cansamos de que con cada amenaza el papá se lleva el dedo a la boca indicando silencio, como si los niños no hubieran entendido ya de qué va la cosa.

La escena que es, en principio el meollo del suspense, ocurre cuando a la mamá se le rompe la fuente. Está sola, en su casa y al bajar al sótano (al de la casa en donde está el equipo de radio y taller tecnológico del papá que no sabemos por qué tiene electricidad cuando en el granero tiene velas y quinqués), se clava un clavo, tira lo que tiene en la mano y entra a la casa un bicho. Entre el dolor del pie y las contracciones, la mamá se va moviendo por la casa hasta esconderse en la tina de baño. Es estresante, ¡cómo no! Esta escena daba para mucho, la nacida del bebé y qué hará la mamá, le va a tapar la boca, como se va a aguantar tanto dolor, va a llegar a tiempo el papá... pero nos lo dejaron a la imaginación porque en lo que parecen un par de minutos, el niño rápido y en silencio, muy bien portadito todo él, y a la mamá hasta le da tiempo de envolverlo, salir de la tina y esconderse en otro lado sin hacer ni pío. ¡Si, ajá!
De aquí en adelante todo va de mal en peor. Es cuando los papás llegan al granero, ponen el colchón y hablan. Mientras los otros hijos están en el campo y la hija se da cuenta (bueno más bien nosotros nos damos cuenta, ella se tarda hasta el final) de que la frecuencia de su aparato para la sordera y el oído de los bichos hace un corto y les afecta terriblemente. 

En la peor escena de la película, los hermanos suben al silo a esperar la llegada del papá, pero las puertas se abren así nomás y el niño cae y se empieza a hundir en el grano, la hermana se deja caer para ayudarle, usan la puerta como balsa salvadora y ya no se hunden; luego cae uno de los bichos y ellos se esconden debajo de la puerta sin hunidrse (¡¿osea cómo?!?!?!?!?) hasta que el animal, asustado por el ruido del aparatejo huye dejando un gigantesco agujero en el silo.

Hay tantas cosas que no vienen al caso, la muerte del hijo pequeño, el sacrificio del papá (ups, spoiler), las verduras de tan buena calidad que comen, la tremenda e inexplicable fuga de agua en el granero (AKA jodamos un poco más a la pobre mujer que no tiene suficiente con un hoyo en el pie y un bebé recién nacido). 
El descubrimiento de las frecuencias al final es completamente absurdo ¿cómo es posible que ningún gobierno, ningún científico, ninguna antena de radio o de otra cosa se hubieran dado cuenta, por experimentación o por chiripa, de que ese era el punto débil de esos enemigos? ¿cómo es que en todo ese tiempo no hubieran puesto trampas, no hubieran matado a ninguno? ¿cómo es que los únicos otros humanos que salen eran un par de viejitos? Uno entiende que en casos de apocalipsis zombi, catástrofes nucleares y cosas así, los héroes sobreviven porque son fuertes, con entrenamiento militar, son solitarios y tienen mala leche. Que sólo una familia como ésta sobreviva, es inverosímil.

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