sábado, 15 de octubre de 2016

Mommy

Xavier Dolan es un director que me gusta cada vez más. Me resulta sorprendente lo joven que es (1989) y la cantidad de películas que tiene (6).
Su presencia en festivales se está haciendo una constante. Sus nominaciones, tanto en dirección como en guión, son numerosas. Esta, Mommy, se llevó el premio del jurado en Cannes.

Las historias de Dolan suelen ser fuertes y muy dramáticas, dramones ahora sí,  sin burla telenovelera. Así para contadas, pues seguro que no son entretenidas, pero son cine, y uno de buena calidad. Buen guión, buena dirección y muy buenas actuaciones (hasta salió buen actor, el muchacho).

En Mommy, desde el inicio se plantea de qué va el asunto y en vez de chafarnos nos llena aún más de angustia. 
En una Canadá ficticia hay una nueva ley que permite que padres con hijos conflictivos que estén en un apuro económico, y cuyos hijos pueden resultar una amenaza de carácter físico o psicológico pueden, sin mayor trámite, ir a dejar al chamaco a un hospital psiquiátrico a cargo del Gobierno. 

Ocurre en algún lugar de Québec, cerca de Montreal (creo). Esto sólo lo digo porque hablan francés, pero un francés súper raro que me dejó frustrada porque no le entendí y no se si así es el quebecois o era francés de barrio o qué; a mí me sonó a francés con cantado brasilerio. En fin, esto sólo es un paréntesis de carácter curiosillo.

Die es una viuda con un chico de 16 años que tiene algún tipo de déficit hiperactivo. A Steven lo acaban de correr del centro en el que estaba porque atacó a un compañero e incendio el lugar. Ahora Die se tiene que encargar de él, hacer home schooling para que termine la escuela y además se queda sin trabajo. Steven es simpático, encantador, intenso, terco, respondón, y en un tris se sale de control y se vuelve violento y peligroso. Die es fuerte, fuertísima y sabe más o menos cómo controlarlo, pero es difícil.
Un día entra en escena la vecina, Kyla. Y la vida de los tres cambia notoriamente. Kyla también tiene sus traumas y líos familiares, de los cuales sabemos muy poco y está bien. Logra conectar con Steven, se lleva muy bien con Die y se convierte en la maestra del chico mientras la mamá va a trabajar. 

Sin todo fuera bien, no tendría chiste, va bien a veces sí y a veces no. Dolan es un narrador muy bueno, pero aquí lo realmente alucinante son las actuaciones (osea que además de las virtudes antes mencionadas, Dolan es un excelente director de actores. Se nota también en la de "Tom en la granja"). Los dramas dramones de este tipo están siempre en un delicado balance de tono, si se pasan se hacen telenovelas o pelis solemnes latinoamericanas (fizzzz me ha caído el rayo de la incorrección), si no llegan a tono se hacen sensibleras facilotas a lo gringo (fizzz fizzz).
Dolan tiene sus historias bien agarradas y la calidad de las actuaciones es fundamental en este balance.

Steven y su mamá son rudos, se hablan con groserías, son poco educados y cero melosos (aquí en México, muchos se escandalizarían por cómo se llevan), pero se quieren incondicionalmente; son directos y se aceptan como son y con lo que tienen. Lo que pasa es que Steve es mucho Steve. 
Kyla entra a su mundo, así como nosotros lo hicimos escenas antes, un poco alucinada, un poco escandalizada con la violencia verbal y gestual, hasta que acepta la dinámica, no se une, pero es bienvenida así como es. Pareciera que para ella de repente Die es mucha Die, y sin embargo le sienta bien.

No suelo conmoverme mucho con las pelis. Y esta me tomó por sorpresa. Has pasado varios días y sigo con imágenes, sigo pensando en Steve, en Die y en Kyla. ¡Qué peliculón!

Dolan ha subido rápido entre mis favoritos. Tiene una energía, unas ganas de provocar y hacer ruido que me atraen. Su edad y su constancia me hacen esperar Dolan para mucho tiempo.

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