Esta es la
historia de un par de sudafricanos que buscan al músico que marcó a su
generación en los años setenta. El músico en cuestión se llama Rodriguez y es
de Detroit. Un músico que según los conocedores, era tan bueno que estaba al
nivel de Bob Dylan. Grabó dos discos excelentes y cayó en el olvido. Bueno,
caer, al parecer nunca despegó y ese es uno de los grandes misterios. ¿Por qué
alguien tan bueno, no tuvo éxito?
Por azares
del destino, el primero de esos discos llegó a Sudáfrica. ¡Y pegó! Pegó tanto
que Rodríguez se convirtió en la voz de esa generación de jóvenes durante el
apartheid. Los marcó, los inspiró. A partir de él surgieron bandas de rock que
se manifestaron contra el gobierno, que se atrevieron a criticar y decir lo que pensaban.
Los dueños de tiendas de discos llevaron y llevaron miles de copias de los dos discos de Rodriguez. Ahí vendió como medio millón de copias.
Los dueños de tiendas de discos llevaron y llevaron miles de copias de los dos discos de Rodriguez. Ahí vendió como medio millón de copias.
Pero resulta que nadie
sabía quién era, nadie lo conocía. Corrían rumores de que estaba muerto,
rumores con varios tipos de muerte, todas ellas muy dramáticas, que si se
prendió fuego en el escenario en pleno concierto, que si se suicidó.
Más de veinte años después, dos entusiastas de Rodriguez se ponen a la tarea de averiguar más sobre él, primero por separado y luego juntos. Nadie lo conoce, el tipo que le hizo el disco no proporciona mucha información, los que lo descubrieron le perdieron el rastro. Leen las letras de sus canciones para ver si encuentran pistas sobre dónde vive. Pero nada. Hasta que uno de ellos pone un sitio en internet para solicitar información. Y la idea funciona porque tiempo después una de las hijas de Rodriguez se comunica con ellos. Entablan una línea de comunicación y aprendemos más sobre este músico y lo que ha sido de él en todos estos años.
Más de veinte años después, dos entusiastas de Rodriguez se ponen a la tarea de averiguar más sobre él, primero por separado y luego juntos. Nadie lo conoce, el tipo que le hizo el disco no proporciona mucha información, los que lo descubrieron le perdieron el rastro. Leen las letras de sus canciones para ver si encuentran pistas sobre dónde vive. Pero nada. Hasta que uno de ellos pone un sitio en internet para solicitar información. Y la idea funciona porque tiempo después una de las hijas de Rodriguez se comunica con ellos. Entablan una línea de comunicación y aprendemos más sobre este músico y lo que ha sido de él en todos estos años.
Creo que
sonará raro para esta historia, pero la parte final es muy emotiva.
Searching for Sugar Man (Malik Bendjelloul, 2012) es una
historia fascinante, interesante y emocionante. ¿Cómo alguien puede ser tan
famoso, tan importante en un lugar tan alejado de sus orígenes, y tan ignorado
y desconocido en casa?
Además de
esta parte anecdótica y misteriosa, la música de Rodriguez está buenísima y él
es un personaje de lo más interesante. Sencillo, inteligente, crítico.
Lo
único que no se aclara, es quién se benefició de todas esas ventas de discos,
de las regalías de sus letras y de su música, porque claramente, Rodriguez no.
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