Esta es la historia de un niño huérfano llamado Hugo Cabret que vive secretamente en una estación de trenes en el Paris de los años treinta. La única pertenencia que trae consigo al llegar a la estación es un autómata que él y su padre estaban arreglando hasta la muerte de éste. Hugo está convencido de que cuando el autómata funcione le dará un mensaje de su padre. Ya casi está arreglado, pero le falta una llave muy importante, una llave que lo llevará a un lugar muy especial, un lugar en donde no volverá a estar solo.
También es la historia de un reparador de juguetes, Georges Mélies, que tiene su tienda en la estación y al cual Hugo le roba partes para su autónoma. Georges es un viejo cascarrabias que tiene a Hugo entre ceja y ceja. Este personaje oculta un pasado, un pasado que se entrelaza con el chico y el autómata.
Entre robos de croissants, evitar al guardían de la estación y su aterrador perrro ( el guardián es un Sacha Baron Cohen bastante gracioso y contenido) y la vida cotidiana de los personajes a su alrededor, la pareja de viejitos, el librero y demás, Hugo, junto con su nueva amiga Isabelle, la ahijada de Georges, decide aventurarse en la aclaración del mensaje del autómata y el misterioso pasado de Georges.
Y esta es para mí la parte más bonita de la historia, porque George Mélies ES Georges Mélies, el cineasta, el padre de los efectos especiales, uno de los primeros y más ingeniosos directores de cine. Mélies fue un visionario que entendió la magia y las grandes posibilidades del cine. Hugo e Isabelle descubren con gran placer y admiración el trabajo de Georges y deciden convencerlo para que salga al mundo nuevamente, para que vea que sus películas siguen siendo apreciadas. Me encanta esta parte porque habla sobre las emociones iniciales del cine, cuando éste era sencillo, ingenuo y misterioso para muchos. Es difícil imaginar, o casi imposible de entender la sensación de ver un tren venir hacia uno o de ver personas moverse en una pantalla. Si me entusiasmo con películas como ésta o como El Artista en un mundo saturado de imagenes, cómo hubiera sido ver por primera vez una historia con movimiento, qué desconcierto, qué extrañeza.
Hugo (Scorsese, 2011) fue diseñada para 3D, yo no la vi así porque ya estoy un poco harta del 3D, cuesta mucho y la gran mayoría de las veces deja mucho que desear. Ahora que ya la vi y que me gustó, sí que la vería en 3D. Desde hace tiempo que me empecé a sospechar, al principio con pena, lo confieso, que Scorsese como que no se me hace tan bueno como todos dicen. He visto pelis viejitas y pelis nuevas, prácticamente todo lo que ha hecho y me parece un tanto irregular. Pero esta, que no tiene mafiosos, ni es en NY, me ha gustado mucho, es una bonita historia, nostálgica, de aventuras y misterios. Y aunque la idea original no es suya (esta basada en un libro muy bonito que se llama "La Invención de Hugo Cabret"), se nota que hay un click especial con ella, sobretodo en los temas relacionados con el cine (Scorsese es un gran conocedor de la historia del cine, qué mejor que contar una historia para niños que refleje su pasión). Las escenas que recrean los flashbacks en donde Mélies está haciendo películas son muy buenas. El Viaje a la Luna siempre me ha gustado mucho, así que fue divertido verla aquí nuevamente. Una de mis escenas favoritas es en la que filman a las sirenas y las langostas en ese apantallante estudio de cristal.
Scorsese habla de la magia del cine y él mismo hace una historia contagiada y contagiosa de ese espíritu.
Me gustó la música y me gustaron las actuaciones, pero fue la cinematografía y el arte lo que mas me impactó. Un trabajo cuidadoso y muy detallado.
Por primera vez estoy contenta con los resultados de los Oscares porque las dos películas, Hugo y El Artista, realmente fueron de lo mejor que he visto últimamente (y Tin tin, también, no entiendo porque no fue nominada en peli de animación, ¡no entiendo por qué ganó Rango!).