No cabe duda de que Shane Meadows sabe cómo dirigir chavitos y no cabe duda de que sabe contar historias sobre ellos que no son ni dramones ni superficiales. Logra actuaciones naturales y relajadas, con personajes creíbles y simpáticos.
Esta es una de sus primeras películas, y es además, la primera película de Paddy Considine y está genial.
Romeo y Gavin son tienen doce años y son mejores amigos y vecinos. Cuando Romeo tiene problemas en casa se refugia en la de Gavin, cuya familia es más estable. Son inseparables, se echan la mano, se defienden y se apoyan.
Un día aparece en sus vidas Morell (Considine), un chico mayor, súper raro y algo estúpido (aunque no para ellos) que está colado por la hermana de Romeo y para ganar puntos se junta con ellos. Poco a poco la amistad entre los dos chicos se debilita y Romeo empieza a pasar más tiempo con Morell, que se convierte en una especie de hermano mayor, una defensa contra el padre recién aparecido.
Romeo se olvida de Gavin, de su cirugía de la espalda, y no lo va a visitar en todos los días de su recuperación. Cuando la hermana de Romeo le deja claro a Morell que no quiere nada con él, este pierde un poco la cabeza y se vuelve más violento. Romeo no sabe como zafarse del asunto, y las cosas se complican hasta que las dos familias se ven involucradas y acaban deshaciéndose de Morell (no lo matan no crean, nada más lo corren).
Esta película me gustó mucho. Una historia sencilla con buenos personajes. Una historia sobra la amistad, la fmailia, sobre segundas oportunidades, pero con un tono que la salva de la cursilería.
Shane Meadows es un director al que hay que seguir.
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