War Machine es la mayor inversión de Netflix en el mundo de las películas. Siendo una riesgosa y poco complaciente película sobre la guerra, Brad Pitt, su productora, y el director y escritor David Michôd encontraron poco apoyo de los grandes estudios. Netflix, menos preocupada por el box office y el qué dirán, le entró al proyecto a cambio de los derechos de distribución.
Basada en un libro de no ficción llamado The Operators: The Terrifying Inside Story of America’s War in Afghanistan, escrito por el periodista Michael Hastings, War Machine, pretende ser una sátira sobre la guerra, solo que no diría yo que es una película de guerra (salen actores disfrazados de soldados, pero no mucho más), de repente parece una comedia (pero no muy chistosa), y lo que sí que es, es confusa. Tanto o más que el personaje principal, el General MacMahon, al que Obama le encarga terminar con el conflicto. El personaje, creo yo, está confuso porque piensa que tiene que ganar la guerra y no acabarla. No tiene ningún apoyo, más que el de su equipo, que uno se pregunta cómo es que lograron ser soldados y qué hacen ahí (tanto los actores como los personajes que interpretan). No le quieren dar más tropas. Las pocas que están ahí están hartas. Este General (que tampoco entendemos cómo es que se hizo General y tan popular, porque parece más bien estúpido) no parece tener una clara estrategia. Y si la tiene no queda claro. Son un montón de escenas mostrando su convicción y su personalidad, dialogando con soldados, corriendo raro, discutiendo con los políticos y los administradores del Gobierno y solo un medio chafa y medio inútil ataque a una comunidad. Al final de cuentas ni tiempo tiene de hacer nada porque es despedido después de un dañino artículo de la Rolling Stone en donde se retrata al General y a su equipo de una manera poco favorecedora.
La premisa de esta historia es lo que me llamó la atención, pero no está bien ejecutada. No es tampoco suficientemente dura. Lo más interesante es lo que dice la narración del reportero, en especial al final cuando se cuestiona por qué su artículo no despertó más preguntas que sobre la necesidad de estar todo el tiempo en guerra, en vez de que fuera el por qué el General aceptó una entrevista con la Rolling Stone.
Gran parte de que no funcione, gran parte de que no sea suficientemente dura ni suficientemente satírica es, además del fracaso de dirección, la actuación de Brad Pitt. Su interpretación del General MacMahon es una caricatura desesperante, a veces con un ojo medio cerrado, con una mueca en la boca, con un caminar de actor novato y sin talento que no viene a cuento porque realmente no importa si el General en el que está basado este personaje camina y corre de esa manera. No ayuda, no enriquece, ni le da profundidad al personaje. Y además, de repente ¡se le olvida hacer los gestos!
Resulta muy cansada tanta mala actuación, y si a eso sumamos la deficiente narración, no les extrañe la acuciante necesidad de checar algo, cualquier cosa, en su teléfono.
La apuesta era correcta, la premisa interesante, pero no entregó lo prometido. Me quedo con el hecho de que Netflix esté interesado en arriesgarse, y ojalá que en el futuro sus proyectos estén mejor ejecutados.