Dirigida por Goro Miyazaki, Kokuriko-zaka kara, es la última producción del Studio Ghibli.
Umi es una chica que vive en la casa de huéspedes que administra su abuela. Su mamá es doctora y estudia en Estados Unidos y su papá que era de la marina, desapareció en la guerra de Corea. Ella lo extraña mucho y espera que un día aparezca. Por esto sube en el asta banderas de signos con mensajes para su papá.
Además de encargarse de la casa de huéspedes y de sus hermanos, Umi va a la prepa.
Su vida es muy cotidiana y tranquila hasta que un día conoce a Shun. Shun es uno de los líderes que pelea por salvar el viejo edificio que aloja los diferentes clubs estudiantiles del colegio.
Obvio Umi y Shun se gustan. Shun es adoptado porque su papá también muere en la guerra de Corea. Entre plática y plática Shun descubre que él y Umi comparten papá. Después del desconcierto Umi le saca la verdad a Shun y deciden ser amigos. En el ínterin y un poco sin querer, Umi se pone a la cabeza de los líderes estudiantiles y junto con Shun, va a buscar al jefazo picudo responsable de las decisiones y lo convence de no demoler el edificio.
El final es muy feliz porque Umi y Shun no son hermanos. Sus padres eran compañeros y hubo una confusión de información.
Como podrán notar, no es una muy interesante historia. La película es visualmente muy bonita, en eso está a la altura del prestigio. Los colores, las luces, el realismo, los detalles, tan cuidados como siempre. Me gusta la delicadeza y finura de las imágenes. Me gustó mucho cómo está retratada la vida cotidiana.
La música también está muy bien, sobre todo la canción inicial del desayuno, aunque seguro que me gustó más a mí porque la acabo de ver en mi clase de japo.
Pero la historia no cuaja, le falta punch. Es como blanda y gris. Y no hay unión entre la historia de los estudiantes y la de los novios. No aburre del todo porque uno espera algo más, pero cuando la película acaba y no ocurre nada más se queda uno con un sentido de "beh".
Definitivamente las mejores películas de Ghibli pertenecen a Hayao Miyazaki. Me preocupa mucho que no tenga una mejor escuela porque ya está viejito, y su hijo no más no capta la onda. En ésta al menos la animación es congruente, porque en su película anterior, la adaptación de Terramar, la animación era irregular y a la historia le dio en la torre.
El próximo año vienen dos de Hayao, la segunda parte de Porco Rosso (¡yay!) y otra que se llama The Wind Rises. Espero que estén buenas.