El Infierno (Luis Estrada, 2010).
Benny García (Damián Alcázar) es deportado después de haber pasado 20 años en Estados Unidos. Regresa a su pueblo natal "San Miguel "N"arcángel" que está aún más en el hoyo que cuando lo dejó. Pueblo rascuache, desolado y polvoriento, cuya única zona con movimiento parece ser la zona roja, tan pinchona como el resto del pueblo. Esto me resulta muy confuso porque el pueblo está a un pelín de ser pueblo fantasma, poca gente en las calles, los comercios han cerrado por la crisis, los narcos imponen miedo, no hay trabajo, y sin embargo es el pueblo de los narcos de la región. ¿No debería de ser más próspero? ¿No se supone que los narcos dan trabajo a los locales? Si está tan decadente ¿a quién le vende droga la viejilla de la mercería? Como digo, confuso.
Benny está desconcertado con la situación, pues esperaba comenzar un negocio de clases de inglés. Su padrino, dueño de una destartalada vulcanizadora, lo pone al día sobre los aconteceres del pueblo y sobre la muerte de su hermano, noticia que le ha impactado mucho. Su hermano, conocido como El Diablo, había sido un narco de respeto en la región y nadie sabe quién lo mató.
Aunque promete no involucrarse él también en esos negocios, pronto se da cuenta de que no tiene otra opción para ayudar a su familia. Con la palanca de su cuate de la infancia "El Cochiloco", entra a formar parte de la familia Reyes, una de las dos familias que controlan la región. Que eran una familia de dos hermanos que se pelearon y ahora pelean por el control de la plaza.
Después de unas cuantas fuertes impresiones sanguinolentas, el Benny se va adaptando al nuevo estilo de vida, a los fajos de billetes, a la "buena ropa". Se queda con la viuda de su hermano, cuida a su sobrino y les promete que esto no será para siempre y que en cuanto ahorre un poco más se los lleva al otro lado. Y obvio que esto no ocurre así, que las cosas se complican, que la mitad del elenco se muere a manos de la otra mitad y que no hay un final feliz.
Hay mucha sangre, balazos y violencia (no me asusta, pero las cabezas rodantes sobran). Y se supone que hay comedia, pero no mucha. Y la que hay es más bien de pastelazo y no negra e inteligente que es la que yo esperaba. Los narcos son una caricatura ridícula, son ineptos, estúpidos, y bastante de quinta. ¿Y que onda con sus negocios de pacotilla? ¿Que no se supone que el Cochiloco estaba bien parado en la organización? ¿Qué es eso de vender drogilla en moteles de carretera?
El capo (un Ernesto Gómez Cruz sobreactuado, sólo superado por su prpopia actuación como el hermano) se supone que es rudo y macho, poderoso que se ha codeado con las altas esferas, pero en una escena bastante mala se nos hace ver que quien lleva los pantalones es la mujer (¡¡¡argh, María Rojo!!!! ¿Quién aguanta a esta señora? Diganle que se retire, por favor!). Damián Alcázar sale de menso y la hace bien porque es buen actor, pero hizo una extraña fusión de su personaje de la Ley de Herodes con Tintán (¡pobre Tintán!). El Jr., es una burla inútil. Los oaxaqueños que mandan llamar porque son más chingones, no entedí por que tenían que ser oaxaqueños (¿sólo para que hablaran una lengua que nadie más entendiera?). El personaje que me pareció mejor fue el Cochiloco (aparte de estar bien actuado). Él es el único que da la impresión de entender mejor las cosas. Es el único que no se la cree y que lo hace porque tiene que mantener a su familia (claro que si ya eres algo inteligente para darte cuenta de eso, bien podrías cambiarte de casa y buscarte una chamba menos riesgosa). Lo desaprovechan a fin de cuentas.
Las escenas más cagadas son las que muestran la naquez de los narcos, el despacho del capo, el mal gusto por la ropa, el asunto con la tumba (esa escena está chistosa, lo acepto), pero la película no se supone que se trate de eso. Pretende ser una comedia ácida que refleja una realidad de México, una realidad muy gruesa, y no lo hace. Es tan ridícula que pierde distancia con los que vemos y oímos en la tele, en internet, en los periódicos.
Una de las cosas de la Ley de Herodes es que aunque fuera comedia, aunque estuviera un poco exagerada, uno se quedaba con la sensación de familiaridad. De que había potencial un Juan vargas cerca de nosotros.
Pero aquí, el narco parece ser una cosa aislada, sólo de ese pueblo, no se resalta su alcance, su poder, su fuerza. Caen en puros comentarios estereotípicos, que si por la crisis y el mal gobierno no me queda otra que trabajar para el narco, que obvio que tooooda la policía es corrupta, y bla, bla bla. Y no, mi opinión no es un caso de ofensa, de que México no es sólo eso, de que por qué sólo se retrata lo malo, no no, para nada. Tampoco tiene que ver con que se maneje este tema en plan comedia, eso me encanta. No, mi opinión es resultado de una decepción, de que esperaba más del director, de la historia, de todo!
Para humor negro del narco, mejor cliquéen este link de The Onion:
http://www.theonion.com/articles/mexico-killed-in-drug-deal,18109/
o para acción entretenida léanse el Poder del Perro de Don Winslow.
Y alguien dígame ¡¿Por qué rayos sale Daniel Giménez Cacho con esa cabellera?!