Demián Bichir "Álvaro" tiene cáncer y tiene que operarse, su familia lo acompaña, esposa, mamá, papá, hermano, hijo autista, amante del papá y asistente/secretaria/enamorada (pero no amante). Ximena Sariñana tiene un tumor en el cerebro y una mamá, un hermano (que es por cierto, su hermano en la vida real), y un novio celosón. Son vecinos de cuarto y además comparten a una enfermera muda. La enfermera muda tiene un novio muy guarro, un Roberto Sosa desperdiciado.
Vemos pinceladas de la vida de todos. En el camino al director se le olvidan algunos personajes (pero los pone en el vídeo musical-emocional del final), descuida a otros como la enfermera y desgraciadamente apapacha al hermano y a la mamá de Demián Bichir "Álvaro", que sólo nos hacen perder tiempo y tienen historias como de película de Hallmark.
En un momento pareciera que es la enfermera la unión entre los dos personajes enfermos, y parece el personaje más interesante de todos, pero no. Al final es tan estándar como los demás. No voy a escribir sobre cada personaje y no porque no tenga cosas qué decir, es sólo que no vale la pena. El director pretende retratar una familia caótica y disfuncional, y lo hace, pero se queda corto y lleno de estereotipos. Extrañé un poco de sentido del humor (no porque sea drama tiene que ser solemne), diálogos con más chispa. Además, hay incongruencias entre lo que ve la cámara o lo que pretende el director que entendamos de lo que nos enseña la cámara, y el resultado final. Como en el caso de Demián Bichir "Álvaro". Se supone que es insoportable, mamón, su asistente le cuelga el saco y le da juguitos cuando estira la mano, pero a fin de cuentas, ni es así, es sólo medio guey. Cuando el amante de su mujer le dice que Álvaro es un cabrón y que ni la quiere, no es cierto. El personaje no resulta ser así. Y aunque al parecer las emociones del espectador deberían de ir de menos a más, de "Este guey me caga" a "Pobrecito ni era tan mala onda", no ocurre para nada. Y no es cosa del actor, es cosa del guión y del director. Demián Bichir suele irritarme por su sobreactuación, pero me atrevo a decir que él y Ximena Sariñana son lo salvable de la peli (bueno y también la Merchant de esposa arrepentida/frustrada/contenida).
En el camino al director se le olvidan muchas cosas, como saber hacer una película. Recuerdo con gusto la de "Todo el Poder", humor, denuncia, buen guión, buen ritmo. Pero no sé, Enemigos Íntimos (Fernando Sariñana, 2008), no tiene nada de eso. Los actores están rígidos, incómodos, con diálogos poco naturales y fluidos. Hay una escena con Blanca Sánchez, la mamá de Demián Bichir y su ex-marido en el pasillo de los tintes para el cabello de un súper. Está tan mala, parece escena de telenovela ochentera. Hay unos movimientos de cámara con efecto que parecen indicar cambios a las distintas historias, pero a veces son para los flashbacks y a veces sólo son molestos. Hay música de repente, que no va con la escena. Como al final cuando Demián Bichir camina trabajosamente al cuarto de la Sariñana acompañado de una tonada que más bien le quedaría a una peli de Woody Allen. Y hay también un montón de peros, sobre cosas que desarrolla y olvida, como la pobre asistente o el novio que no entiende nada de nada pero que quiere a Ximena y ya cuando entiende ni lo sacan junto a ella en el hospital, llorándole o tomándole la manita.
Vaya, la encontré fatal, en resumen.