domingo, 24 de abril de 2016

Hausu

Cuando al director Nobuhiko Ôbayashi se le dio el encargo de pensar en una película que aprovechara el éxito de Tiburón, decidió que, en vez de la obvia idea de utilizar un animal aterrador, iba a una historia con una visión más íntima del miedo. Le preguntó a su hija de como 10 años que qué le daba miedo a ella. Y tomando en cuenta esas ideas (lecciones de piano, gatos misteriosos, relojes antiguos) hizo esta película, una de las películas más extrañas que he visto.
Desconozco qué tal le fue en su época, pero ahora es una película de culto. Está en la Criterion Collection, todo mundo habla maravillas sobre el nivel de bizarrez que contiene, hay gifs animados sobre elementos destacables y hay hasta un video ensayo en donde explica que no es solo una desatada y absurda película de horror, sino una película sobre la bomba atómica y la generación posterior a la guerra.

Sin profundizar tanto, es de las películas más piradas que he visto, o tal vez la más. Es de terror, se supone, pero pasan muchas cosas tronchantes. No sé si es humor voluntario o involuntario.

La historia, que no hay mucha, es sobre un grupo de colegialas, de esas típicas de los anime japoneses que se ríen mucho y se comportan como si tuvieran muchos años menos, que van a pasar el verano a la casa de la tía de una de ellas, que vive en un lugar lejano y perdido. En cuanto llegan ahí, empiezan a desaparecer/morir una por una como los perritos, mientras la tía va rejuveneciendo. Aparentemente la casa o la tía, o tal vez ya son una misma, necesita sangre joven.

Nada de esto hace que valga la pena ni la reseña de la película. Pero, entre los nombres de las niñas Melody, Fantasy, Kung Fu, Angel o Mac, y el display infinito de efectos especiales (la peli es de 1977, así que créanme que lo verdaderamente aterrador es el uso y abuso de los efectos), están las diferentes muertes de las amigas. Éstas están tan cagadas que hicieron que valiera la pena haberla visto. Ahí les van mis favoritos:
-Mac, guarda una sandía en el pozo para mantenerla fresca. Cuando se le antoja comerla va a por ella y ya no regresa. Cuando notan su ausencia una de ellas va al pozo para ver si ahí sigue la sandía y lo que saca es la cabeza de Mac. La cabeza habla y flota y cuando la amiga sale corriendo Mac, la cabeza, ¡le da un mordisco en el trasero! 
Obvi, nadie le cree y para comprobar suben la cubeta del pozo. Ahí está la sandía. Muy contentas todas se la comen, menos la del trasero mordido que sigue escamada. La tía la ve con risa burlona y le da a entender que ella sí que le cree y mientras se come la sandía. Y le sonríe. De su boca entreabierta se ve un ojo. 


-Otra muerte: los futones están desaparecidos. Los buscan y na' de na' hasta que horas después una de ellas entra a un cuarto. Se oyen sus gritos. Las otras van en su busca y encuentran todos los futones desordenados en el piso. Los levantan uno por uno y van encontrando la ropa de la amiga, un brasier, una blusa, los calzones, y sobre el futon de hasta abajo, una muñeca de plástico. Las chicas ya saben que algo raro pasa en la casa, así que en vez de pensar lo normal, que es, que esa es una muñeca de plástico, piensan luego luego que esa es/era su amiga. Sepa por qué la lógica, pues la muñeca es güerita y rosita,sin parecido a la amiga. Pero ¿a poco no es una joya de la libertad poética?

Así, entre troncos voladores que atacan a Kung Fu (esto para que veamos cómo es que su nombre viene al caso con movimientos marciales que  seguro que no impresionan ni al panda Po),  un piano agresivo y hambriento que se traga a Melody, la casa se va escabechando a las chicas y pasa de ser una casa ruinosa a una casa muy mona y acogedora con una joven y encantadora inquilina (la tía).

Tiene estas escenas cagadísimas, pero no la recomiendo más que para el Festival de Cine Cutre. Tiene problemas de ritmo, un inicio lento con otras historias que no son relevantes, las niñas no son personajes que valga la pena rescatar y la casa no tiene una buena personalidad, de hecho no tiene personalidad. Bien podrían ser duendecillos traviesos los atacantes, no hay una sensación geográfica, no sabemos cómo es la casa, no hay un buen manejo del espacio, ni de la atmósfera, por lo tanto la presencia de la casa no es muy fuerte.

Y ya para cerrar y explicar de alguna manera el cartel, es que hay un gato mágico, maligno (se supone) y mágico (los ojos le brillan como esmeraldas), que sepa la bola qué hace ahí.

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